La dieta juega un papel importante en la prevención de enfermedades cardiovasculares como los ataques cardíacos y los accidentes cerebrovasculares. Desde hace unos años existe una controversia entre investigadores sobre si las grasas saturadas son dañinas o no en este sentido. Un estudio reciente ha matizado que lo son cuando son de origen animal.

La carne roja aumenta el riesgo, la grasa vegetal lo disminuye

La investigación se presentó en las sesiones científicas de la American Heart Association en noviembre de 2021. Los autores analizaron los datos de más de 117.000 participantes con unas edad promedio de 50 años de promedio sin enfermedades cardiacas ni cáncer al comienzo del estudio.

Al analizar los datos recogidos a lo largo de 30 años pudieron comprobar que las personas que consumieron la mayor cantidad de grasas vegetales y también la mayor cantidad de grasas insaturadas tuvieron un riesgo un 12% menor de sufrir un accidente cerebrovascular, en comparación con los que consumieron la menor cantidad de estas grasas.

En cambio, cada ración de carne roja aumentó el riesgo de accidente cerebrovascular en un 8%. En el caso de la carne roja procesada llegó al 12%. La carne roja es la de mamífero, como ternera, cerdo y cordero. La carne procesada son los embutidos, las hamburguesas, etc. Sin embargo, con respecto a la grasa de los productos lácteos (mantequilla, queso, leche, helados y nata), no se pudo determinar un mayor o menor riesgo de accidente cerebrovascular.

Casi 6.200 participantes sufrieron un derrame cerebral durante el transcurso del estudio. Aquellos que habían consumido la mayor cantidad de grasas animales en los años anteriores habían sufrido mayor riesgo de sufrir un derrame cerebral.

“Dados estos resultados, recomendamos reducir el consumo de carnes rojas y procesadas. Las grasas animales, como las que se encuentra en la ternera, deben cambiarse por grasas vegetales como el aceite de oliva”, dicen los investigadores.

El aceite de oliva aporta grasas monoinsaturadas. Si se desea consumir grasas poliinsaturadas, las más recomendables son las ricas en omega-3, como el aceite de cáñamo, aceite de nuez o aceite de linaza, siempre virgen extra o de primera presión en frío.

Elegir proteínas vegetales

El problema de los productos cárnicos procesados es que contienen un exceso de grasas saturadas, sal y aditivos conservantes. Reemplazar estos productos por fuentes de proteínas de origen vegetal disminuye el riesgo cardiovascular y la tasa de mortalidad.

Pero antes de nada, una dieta saludable para el sistema cardiovascular es aquella que proporciona las calorías necesarias para mantener un peso normal. A partir de ahí, conviene reforzar la presencia en los menús de cereales integrales, frutas, verduras y fuentes de proteínas vegetales bajas en grasa. Se deben reducir la sal, al igual que el azúcar, las grasas animales, los alimentos procesados ​​y el alcohol.

Las fuentes de proteínas vegetales bajas en grasa son las legumbres, el tofu, el tempeh, los altramuces o las harinas de frutos secos desgrasados, que se pueden utilizar para la masa y el pan. Los polvos de proteínas vegetales, como la proteína de guisante o la proteína de altramuz también pueden ser útiles como complementos bajos en grasas para tu dieta.

Suplementos de proteína vegetal

Los polvos se pueden utilizar para batidos de proteínas saludables, pero también para postres, panqueques o masa de pan (agrega el 10 % del polvo a la masa).

Por supuesto, el estudio (como estudio de observación) no puede probar que exista una relación causal entre la grasa animal y el accidente cerebrovascular. Sin embargo, se puede ver una conexión.

Por otra parte, otros hábitos alimentarios que reducen el riesgo cardiovascular son consumir cereales integrales, hortalizas, frutas y legumbres. No fumar y hacer ejercicio físico completa la estrategia preventiva.

Referencias científicas:

  • Wang F te al. Vegetable fat may decrease stroke risk, while animal fat increases it. MedicalXpress.