A menudo se dice que los opuestos se atraen. A veces, una de las personas que componen una pareja decide hacerse vegana, por motivos éticos, de salud o los que sean. Es importante dejar claro que sigues respetando a tu pareja y las decisiones que tome, y que cambiar de dieta no significa que le vayas a estar juzgando constantemente o que le quieras menos.

Vivir con personas no veganas presenta interesantes retos para la convivencia. La mayoría encuentran un punto medio en el que sentirse todos cómodos fácilmente, mientras que otros ven difícil acomodarse a normas de convivencia.

Ser vegano no se limita a la alimentación, el movimiento vegano es global, y afecta a casi todos los ámbitos de la vida (o casi): la alimentación, la ropa, los cosméticos, los medicamentos, el ocio, el coche, los productos del hogar, los muebles... Sólo son aspectos prácticos, pero todo esto, poquito a poquito, conforma una cotidianidad dentro de su globalidad y en pareja se comparten todos esos pequeños detalles que en seguida se pueden convertir en un hartazgo si no se perciben de forma igual.

¿Tu pareja come carne? Gestiona las diferencias

Ante todo, mi recomendación principal es que seas objetiva. Puede que la alimentación de tu pareja ya sea más del 50% basada en plantas.

Nuestras emociones a menudo pueden abrumar nuestros pensamientos racionales. Una táctica es ver la situación actual tan claramente como puedas.

Toma unos minutos con un bolígrafo y papel y haz una lista de todos los alimentos de origen vegetal que tu pareja ya come como parte de su rotación normal de comidas: avena, tostadas integrales, plátanos, uvas, manzanas, pasta, verduras a la parrilla, patatas al horno, ensalada, té.

Ahora haz una lista de platos que podéis compartir tan solo quitándole la porción de queso, crema o carne, como burritos de frijoles, arroz con vegetales (sin gambas) o espagueti con salsa marinera sin carne picada en la que la opción vegana puedes añadir frutos secos o semillas.

Definitivamente sí es posible sentarse juntos a comer en la misma mesa sin pasarse muchas horas en la cocina. Los dos podéis disfrutar de unas velas, mirarse a los ojos, beber ese vino, pero con una ligera variación en los platos de cada uno.

Para una convivencia exitosa, hay que conservar las dos opciones de alimentación y siempre exponiendo argumentos con respeto cuando se de el tema de conversación.

1. “No puedo vivir sin carne”

Es importante no ser demasiado extremo en tu el estilo de alimentación y respetar los gustos de tu pareja. Así que si estás cocinando un linguini vegetariano o un risotto de setas, puedes tener diferentes carnes congeladas y cocínalas a parte con la misma salsa en porción de sus necesidades.

Las gambas congeladas, el atún en aceite o las pechugas de pollo son fáciles de preparar. Te animo a no volverte un “policía vegano”, ser flexible y establecer reglas en acuerdo. Si te vuelves muy rígido, tu pareja va a ser menos flexible cuando se trata de aclimatarse a una vida con menos carne en ella.

2. “¿Y las proteínas y el calcio? Eso sólo lo contiene la carne y la leche.”

Los vegetales, las hojas verdes, los frutos secos, las semillas, las legumbres, las algas, etc… tienen grandes cantidades de proteínas y calcio. Cuando vayáis a comprar juntos al supermercado prestad atención y leed las etiquetas de los alimentos para ver los hechos en conjunto.

Además, las leches vegetales enriquecidas suelen contener una cantidad de calcio similar a la leche de vaca que se comercializa.

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3. “No podré volver a hacer deporte en condiciones, sin proteína no me voy a sentir fuerte”

Una pregunta muy común que te hará tu pareja si practica deporte a menudo. Déjale saber cómo grandes deportistas de élite actuales son veganos y que cada vez son más los que se unen a ello debido a los resultados tan positivos en sus metas y recuperaciones.

Uno de los más conocidos es Patrik Babounian, considerado el hombre más fuerte de Alemania, vegano desde 2011.

4. “¿Y qué voy a comer? ¿Verduras hervidas?”

Hoy en día el veganismo nos abre la puerta a un sin fin de recetas saludables, deliciosas y altamente apetitosas ya en tan solo mirarlas. Hay muchas alternativas como sustitutos de platos con carne, pollo, hubo y lácteos que pueden encontrar su versión plant-based y que a simple vista ni se nota. Y el resultado una vez se prueban resultan ser más impresionantes.

Una actividad a realizar conjuntamente es ir a probar restaurantes con opciones veganas para mostrarle las mil y una alternativas en la cocina vegetal. Verás como rápido cambia la definición de seguir una alimentación basada en plantas.

5. “No tomo carne, ¿pero pollo sí, ¿no? ¿Y pescado?”

Esta es la pregunta por excelencia. La gente no tiende a considerar carne alimentos como el pollo o el pescado (que viene a ser la carne del pez).

Es normal, tendrás que lidiar y contestar que no cientos y cientos de veces. Hasta aprenderás nuevas formas divertidas, dominarás la ironía y quizá te licencies en el bello arte de la paciencia.

6. Piensa en lo que te hizo hacer el cambio a ti

Probablemente no fue hace tanto tiempo cuando también estabas comiendo la dieta estándar de cualquier país industrializado. Piensa en lo que te hizo hacer el cambio y compártelo con respeto y siempre de forma educativa.

Ayúdate de libros y documentales que ver juntos. Te recomiendo “Forks over Knives”, “What the Health”, Cowspiracy” y “Plastic Ocean” para empezar.

Ten compasión por tu yo más joven que no tenía la información que ahora tienes acerca de seguir una alimentación completa basada en vegetales. Y ten la misma compasión por tu pareja. Tened conversaciones armoniosas y descubre cuáles son las preocupaciones, los temores y las visiones del mundo que le acompañan a la decisión de no unirse a ti en una dieta basada en plantas y alimentos enteros.

La comida es una parte central de quiénes somos, cómo celebramos y cómo nos conectamos con nuestras familias y nuestra historia étnica. Así que recuerda que todos tenemos nuestro propio camino y momento.