El equilibrio cuerpo-mente: el estado óptimo de fluidez
El día y la noche, el agua y el fuego, lo femenino y lo masculino, el calor y el frío, el yin y el yang. La naturaleza está llena de opuestos.
No obstante, a pesar de ser contrarios, cada uno de estos elementos convive en armonía con el resto. No se enfrentan ni se separan, no se enfadan ni se molestan, mantienen un equilibrio saludable. Viven en paz y aseguran la continuidad del medio.
La misma dualidad y el mismo equilibrio que reinan en la naturaleza están presentes en cada uno de nosotros. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en el medio natural, a los seres humanos nos cuesta encontrar y mantener el equilibrio que somos, o podríamos ser.
Los vaivenes del día a día y, sobre todo, cómo los vivimos, tienden a desestabilizarnos. La educación adquirida, ciertas creencias culturales, miedos, ideas preconcebidas y pensamientos recurrentes pueden convertirse fácilmente en filtros desestabilizadores si se deja que adquieran un protagonismo excesivo.
Llegar a un equilibrio total pasa por aminorar la fuerza de estos filtros, por debilitar el poder de los pensamientos para lograr una mente serena y centrada. Armonizar cuerpo, mente y espíritu no es fácil, pero sí posible, y la práctica del yoga es una excelente herramienta para lograrlo.
El objetivo último del yoga es restablecer el estado natural de serenidad mental y bienestar físico que nos es inherente pero del que nos alejamos con el paso del tiempo.
A través de las técnicas de respiración, de meditación y de posturas físicas o asanas, el yoga permite que la persona tome conciencia de su propio equilibrio o desequilibrio, tanto en un plano físico como mental y emocional, y que lo recupere, no solo durante la clase sino también fuera de ella.
Cada ser humano tiene una armonía propia que posiblemente difiera de la del resto de alumnos de la sala y que además cambie a lo largo de la vida. No obstante, una vez se ha identificado y experimentado el equilibrio, es fácil volver a localizarlo e integrarlo de una manera consciente, o inconsciente, en el día a día.
Atención y estabilidad: consíguelos practicando sin miedo
La medicina india ayurvédica considera la zona entre el ombligo y la boca del estómago el centro de energía del cuerpo, y es donde localiza el tercer chakra, también denominado manipura, que se encarga de regular la voluntad, el sentido de control y la coordinación.
De ahí nace la fuerza que impulsa a actuar. Cuando este chakra se encuentra fortalecido, la capacidad de decidir, moldear y desarrollar lo que sucede en la propia vida es mucho mayor.
En un plano físico, el centro de gravedad del cuerpo también se encuentra en el abdomen y es necesario fortalecerlo para mantenerse sano y evitar lesiones de espalda y otras dolencias musculares.
Cimientos sólidos, claridad y serenidad son tres aspectos claves necesarios para el equilibrio: tanto para la práctica del yoga como para la vida.
Todas las posturas de yoga requieren atención y estabilidad pero las denominadas "de equilibrio" son las que mejor evidencian cualquier descompensación latente y, a la vez, las que más potencian este equilibrio armónico. Actúan como un excelente espejo que refleja cuál es nuestro estado.
Cuando se experimentan preocupaciones, ansiedades, angustias o tensión resulta especialmente difícil entrar en estas posturas. Pero llevarlas a cabo en un estado de malestar puede ser una invitación a la serenidad y a la concentración, así como a una mejor conexión entre cuerpo y mente.
El miedo es uno de los peores enemigos del equilibrio. Si la mente envía mensajes al resto del cuerpo del tipo: "yo no puedo", "esto es demasiado", "no soy capaz", probablemente lo interiorice como cierto e imposibilite la ejecución de la postura, así como de cualquier otra acción en la vida. El miedo paraliza y desequilibra.
Para diluir estos bloqueos, hay que localizar el propio centro y fortalecerlo; nos sentiremos así más seguros y serenos frente a cualquier situación, afrontándola sin que suponga un esfuerzo, obligación o desgaste.
El equilibrio mental y emocional va estrechamente ligado al físico. En un plano interior, si el centro está debilitado, será imposible sentir equilibrio. Lo mismo ocurre cuando se detecta una descompensación en el organismo o centro de gravedad físico.
Algunas posturas de yoga, conocidas como "de equilibrio", permiten tomar especial conciencia de las sutiles fuerzas que entran en juego para lograr la estabilidad corporal y, por ende, la mental.
Empieza siempre con la versión más sencilla del equilibrio: aguanta solo mientras te sientas cómodo: es mejor mantener la postura menos tiempo y repetirla varias veces, realizando entre medio unas respiraciones de recuperación en una postura relajada, como la del feto.
Acuérdate de respirar para mantener el equilibrio vital. Y de sonreír relajadamente, lo que facilita mucho el equilibrio.
Las posturas de equilibrio en pie tonifican y fortalecen los músculos de piernas, rodillas, tobillos y pies. También potencian el estiramiento de la columna vertebral y favorecen el desarrollo equilibrado de los músculos del torso, el abdomen y la espalda.
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