Hasta hace poco creíamos que solo existían ciertas formas de cocinar porque la casi totalidad de los hogares disponen de placas eléctricas, de vitrocerámica, inducción o fuego clásico a gas o butano, además de los microondas y hornos convencionales.

Pero recientemente varios factores como la subida del precio de la luz, la crisis energética, los rumores de posibles apagones e incluso el ideal de ser más autosuficientes del sistema, han redescubierto otro tipo de cocinas que siempre han estado ahí, pero cuyo uso y popularidad era minoritario.

Tradicionalmente los excursionistas, usuarios de campings y autocaravanas o los aislacionistas y “libertarios” –personas que quieren vivir al margen del sistema, sus facturas y su dependencia– han sido las personas más expertas en cocinar al aire libre o en lugares sin acceso a la red eléctrica.

Pero, sin llegar a esos remedios salvajes, existen otras soluciones para cocinar con menos electricidad e incluso sin ella en medio de una ciudad y con un estilo de vida convencional.

Camping gas

Los clásicos camping gas y los hornillos de gas portátiles son el ejemplo más socorrido de cocinas para uso al aire libre.

De hecho, hace unos años el octogenario alpinista español Carlos Soria junto con el nepalí Nhati Sherpa publicaron el ebook Recetas de cocina para situaciones límite que no solo es un alarde de alta gastronomía a más de 4000 m de altitud, sino un manual de fuentes energéticas alternativas porque tanto citan bidones de nieve para conservar comida como el uso de caca de Yak como elemento de combustión en un infiernillo de gas. La supervivencia siempre ha agudizado el ingenio a todos los niveles.

Ollas de cocción lenta

Habituales en otros países como EEUU donde se comercializan desde los años 70 y están presentes en la mayoría de los hogares, desde hace pocos años se están popularizando en España bajo el nombre de “slow cookers” “ollas lentas” o “pucheros eléctricos”.

Sus usuarios alaban el sabor genuino de las recetas; que la baja temperatura mantiene mejor los nutrientes, textura y aromas que otras cocciones; su seguridad porque no tienes una cazuela al fuego y la puedes desatender sin peligro: la comodidad de que se pueden programar y llegas a una casa oliendo a estofado y hierbas aromáticas; y la añoranza porque remite al chup chup de antaño.

Y, hoy en día, la cocina a fuego lento con alimentos de calidad y proximidad se considera revolucionario. La filosofía resumida en la famosa frase de Mae West “todo lo que vale la pena hacer, vale la pena hacerlo despacio” ha venido para quedarse.

Pero entre esas ventajas destaca su bajo consumo energético porque a pesar de estar encendida varias horas, el gasto de la olla lenta puede ser hasta cinco veces inferior a la vitrocerámica o al horno. Su consumo se compara con el de una bombilla de 75 W que permanece encendida toda la noche.

La venta de estas ollas ha aumentado en los últimos meses y también la publicación de libros con recetas específicas para sacarles el máximo partido.
Como en todo el menaje de cocina también hay que valorar sus materiales libres de tóxicos para que conjuguemos salud y ahorro. Aquí tienes una guía para elegir la mejor olla lenta.

Wonderbag

El wonderbag es una cocina alternativa que se está extendiendo sencillamente porque funciona como ahorro energético.

Se trata de una bolsa ajustable con un relleno interior aislante con la que se cubre una cazuela que previamente hemos llevado hasta ebullición por métodos convencionales, pero que después continúa cocinando los alimentos hasta ocho horas sin necesidad de energía adicional de pago porque aprovecha el calor residual. Algo más ecológico, económico y rebelde.

También sirve para mantener el frío y destacan sus coloridos y bellos diseños africanos. Aquí tienes una bonita selección de wonderbags.

Cocina solar

Las cocinas u hornos solares representan el culmen de la independencia energética y ecológica porque no precisan ni electricidad ni ningún otro combustible y las versiones plegables ofrecen total libertad de movimiento para una vida nómada o al aire libre. Mientras haya sol, el puchero está asegurado.

Este mercado ha evolucionado mucho en los últimos años y de versiones caseras y más hippiesen forma de paraguas brillantes o parabólica, nos encontramos en la actualidad con modelos de estética futurista, mucho más ligeros, con distintas prestaciones y que destacan por su alta eficiencia de transformación de la energía solar en energía térmica y su capacidad para retener el calor en su interior.

Por supuesto, también existen modelos a prueba de nubes aptos para viajeros o ciudadanos de zonas con poco sol, climas suaves e incluso frío.

Existen distintos modelos de cocinas y hornos solares, pero todos ellos se basan en que los materiales de fabricación reflejan la radiación solar de forma directa y lo concentran en un punto para cocinar al momento.

Y los más manitas y bricoleros, pueden encontrar tutoriales gratuitos en internet para realizar una cocina solar uno mismo y también aprender en libros específicos al respecto.

Se pueden cocinar todo tipo de platos al sol, desde pan o repostería a paella, y los usuarios valoran que los alimentos quedan muy tiernos y con un gran sabor.

La cocción solar es otro ejemplo de “cocina slow” porque se tarda un tiempo en alcanzar la temperatura para cocinar, pero, a cambio, se obtiene la energía zero waste por excelencia: limpia, libre, sin emisiones y segura al alcance de todo el mundo.

Como expresa Bernard Farinelli "es posible vivir de otro modo, redescubrir la libertad, protegerse contra las enfermedades de nuestros días, dar sabor a los alimentos y a la vida, y economizar –con el sentido que cada uno quiera ver en esta palabra–."