Si hace un tiempo te hiciste el propósito de cuidar tu alimentación, hacer ejercicio, apuntarte a un curso de crecimiento personal, poner orden en esa maraña de papeles que es tu mesa de trabajo, tener más calidad en las relaciones con tu familia y amigos... y a estas alturas aún no has iniciado nada de lo previsto: ¡no te preocupes, no eres una excepción!

Pero no pases a otro artículo. Este reportaje te interesa ahora y no puedes dejarlo para mañana. "¿Por qué?", te preguntarás. Pues porque normalmente las personas solemos huir de los temas que nos confrontan con los asuntos pendientes y los evitamos, retrasando su resolución.

Pero es que, además, mañana probablemente te dará aún más pereza enfrentarte a él. Y por si fuera poco, si llegas a leerlo, tal vez ya no lo hagas con la misma magia de la que puedes encontrar en este momento. 

Los peligros de procrastinar

Algo tan común, humano y trivial en apariencia como aplazar las cosas puede ser más importante de lo que imaginamos.

Tanto, que los psicólogos ya han bautizado este modo de funcionar en su forma más extremada con la palabra procrastinación, una actitud que puede conducir al círculo vicioso del inmovilismo y el miedo a decidir y tomar las riendas de la propia vida, llevando a pensar que el mundo es demasiado duro para nosotros.

Es evidente que no podemos acometer todos los asuntos pendientes o que deseamos en un día, ni quizás en un año, ya que pretender abarcarlo todo en busca de la perfección puede tener efectos tan demoledores como la indolencia, pero lo importante para pasar a la acción y que la buenas intenciones no se queden en meras palabras es vencer la pereza, tomar conciencia de lo trascendental que va a ser para nosotros cumplir con lo que nos proponemos, y marcarnos pocos objetivos cada día, o al menos cada semana, para cumplirlos todos.

Como afirma Lair Ribeiro, especialista en PNL en su obra El éxito no llega por casualidad, "si sigues haciendo lo que siempre has hecho, seguirás obteniendo lo que siempre has obtenido. Si quieres cosas diferentes, tienes que hacer algo diferente; es decir, pequeñas cosas cada día".

Puede ocurrir que se tengan tantos frentes abiertos, en el plano profesional y en el afectivo, que no se sepa por dónde empezar y qué es lo primero que cabe abordar en la lista de tareas pendientes. 

Stephen R. Covey y Roger y Rebecca Merrill, en su obra Primero lo primero explican que la lucha por colocar primero lo que es más importante se caracteriza por la tensión existente entre dos poderosas herramientas que dirigen: el reloj y la brújula.

El reloj representa los compromisos, las citas, los horarios, la metas, las actividades; es decir, lo que se hace con el tiempo y cómo se administra.

La brújula simboliza la visión, los valores, principios, conciencia moral y orientación; en suma, todo lo que se siente que es importante y el modo en que dirigimos nuestra vida.

Para Covey y Merrill, la situación ideal es la que surge del equilibrio entre el reloj y la brújula, entre lo urgente y lo importante.

Gandhi comentó al respecto en cierta ocasión que "Un hombre no puede actuar de forma correcta en un aspecto de su vida mientras se ocupa de forma incorrecta en otro". No nos podemos sentir satisfechos cuando el trabajo absorbe la mayor parte del tiempo y se tienen las relaciones personales descuidadas, por ejemplo.

Para encontrar ese equilibrio Covey y Merrill sugieren centrarse en cuatro puntales básicos en todo ciclo vital: vivir, amar, aprender y dejar un legado.

procrastinar o actuar: TÚ DECIDES

Una de las mayores recompensas que ofrece el no postergar es la satisfacción de conseguir los objetivos que se marcan y, sobre todo, el hecho de ser nosotros quienes decidimos lo que hacemos con nuestra vida, sin dejarnos llevar por la corriente de acontecimientos a que somete la rutina.

Por otra parte, aprender a no posponer las cosas permite vivir más en el presente. Charlene Belitz y Meg Lundstrom, en su libro Conectar con el fluir de la vida, afirman, con toda la razón, que las cosas incompletas impiden estar plenamente en el aquí y ahora. "Nos anclan al pasado con lamentaciones y culpabilidad. Y al futuro con el miedo de que, en algún momento, mostrarán su fea cabeza. Es posible que de forma consciente las dejemos de lado, pero el problema es que permanecen en el inconsciente clamando su conclusión".

Ciertamente, no es lo mismo llamar por teléfono a un amigo con el que se tienen ganas de charlar desde hace tiempo o enviar un ramo de flores a una persona querida en señal de gratitud cuando ese pensamiento pasa por la cabeza, que postergarlo para mañana, con el riesgo de que ese mañana no llegue nunca.Si se hace el gesto más tarde, la espontaneidad, el entusiasmo y las ganas no serán las mismas, con lo cual, vale la pena aprovechar el momento en que surge la idea.

Como sucede con el caótico armario donde no se encuentra lo que se busca, o con la cocina que impide maniobrar con comodidad cuando está invadida por una montonera de cacharros por fregar, la mente se desordena y se satura con los proyectos que se arrinconan a la espera de que vengan tiempos mejores.

Claves para afrontar lo pendiente

  • Haz una lista con las cosas que deberías hacer y que nunca realizas: poner orden en casa, arreglar algo que se estropeó hace tiempo, apuntarte a inglés, ir al gimnasio...
  • Establece un compromiso personal para cumplir, al menos un día a la semana, con una de esas cuestiones. Ponte metas realistas.
  • Anota la fecha exacta en que vas a realizar esas tareas y no te traiciones.
  • No esperes a estar inspirado para pasar a la acción. La inspiración normalmente es el resultado del esfuerzo y el trabajo.
  • Primero lo esencial. Haz las cosas según el orden de importancia que tengan para ti y resuélvelas de la forma más inmediata posible.
  • Hechos, no palabras. Deja de pensar "he de llamar a tal o cual amigo" y llámale. Lo mejor es que te organices de manera que, cada día o cada dos, hagas esas llamadas que se quedan en un mero pensamiento.
  • Ten un detalle con la persona que tanto te ayudó. Puedes hacerle llegar un e-mail comentándole lo agradecido que estás o enviarle algo que valore especialmente.
  • Cuídate. Dedícate a ello al menos un día a la semana. Para rendir en el trabajo y tener unas relaciones afectivas saludables es esencial prestarse atención a uno mismo. Recibir un masaje o practicar algún eiercicio suave como yoga o tai-chi sería lo ideal, porque otorgan confianza a la hora de realizar los objetivos.
  • Perdona y olvida agravios pasados. El resentimiento causa amargura y nos convierte en sus prisioneros.
  • Habla con tu pareja inmediatamente si tienes quejas o cosas que exponerle que no te gustan o con las que no estás de acuerdo. Correr un tupido velo y aplazar el afrontar el problema sólo lo hace más grande. Pero no critiques sus actos: empieza explicando cómo te sientes.

ORDENar te ayuda a no procrastinar

Las cosas pendientes ocupan un espacio lioso en el cerebro que se necesita para experimentar la plenitud del momento; por eso, y siguiendo las leyes del feng- hui, ordenar nuestra casa o nuestro espacio trabajo es sin duda un buen punto de partida para resolver cuestiones aplazadas y poner orden en nuestro interior.

Disponer de un armario accesible, una cocina limpia que haga atractivo el arte de la nutrición o una mesa de trabajo que facilite la tarea en vez de entorpecerla es un alivio para los ojos, pero, sobre todo, una tranquilidad para el espíritu.

Hay ocasiones en que el orden se debe poner en las relaciones personales, con pareja, con las amistades... pero no se hace por temor al enfrentamiento y a los cambios que puedan derivarse de éste.

Hay parejas que permanecen toda la vida juntas sin tener mucho que compartir, por pura inercia, y amigos que han dejado de hablarse y que guardan amargura por haber aplazado un problema que quizá deberían haber solventado hace tiempo a través del diálogo.

En el primer caso, si se quiere ser íntegro con uno mismo, cuanto antes se afronte la crisis de pareja, antes se podrá dar un giro a la propia vida y encaminarla hacia donde se siente que debe dirigirse.

En el segundo caso, dado que el resentimiento corroe el alma, el entendimiento hacia la otra parte y el perdón pueden ser buenos aliados para cerrar las heridas abiertas.

Visualiza el resultado y cómo te sentirás

Pero, ¿cómo obtener la fuerza para abordar esas cuestiones? Un buen ejercicio para ganar confianza consiste en visualizar lo bien que se puede uno sentir después de zanjar una situación pendiente. Para eso pueden seguirse estos pasos:

  1. Nos sentamos en la tierra con las piernas cruzadas en postura de meditación. Lo ideal es hacerlo en un bosque o en la arena de Ia playa en un día de sol. Hay que procurar dejar la mente libre de todo pensamiento llevando la atención al aire que se respira, realizando una inspiración profunda.
  2. Relajamos totalmente el cuerpo, comenzando por los pies y acabando por la cabeza, observando cómo se siente cada parte.
  3. Luego, posamos nuestras manos en la tierra intentando percibir qué sensaciones nos transmite esta toma de contacto. Sentimos el cuerpo pegado a la tierra y formando parte de ella con todas las características que le son propias: firmeza, seguridad...
  4. Luego, con las manos hacia arriba, percibimos las cualidades del cielo. Igual que hicimos con la tierra, nos sentimos en este caso ligeros, ilimitados y abiertos a una realidad que espera.
  5. Realizamos una respiración profunda y visualizamos aquello que queremos emprender como algo totalmente factible. Lo observamos con el mayor lujo de detalles posibles: nos imaginamos comenzando la tarea con entusiasmo, disfrutando de su desarrollo y acabando con satisfacción. 
  6. Finalmente damos las gracias a la tierra, que nos ancla en la realidad, y al cielo, que nos eleva hacia la espiritualidad, por todas las características que nos han conferido. 

 

    APRENDER A PRIORIZAR: lo urgente y lo importante

    Es muy fácil que lo urgente desdibuje lo que es más importante en nuestra vida. Para evitarlo puede ser muy útil agrupar nuestras diversas tareas pendientes en 4 cuadrantes:

    1. Lo urgente e importante (urgencia médica, trabajo con fecha de entrega...;
    2. Lo no urgente e importante (planificar, cuidar las relaciones, cuidarse...).
    3. Lo urgente no importante (interrupciones...).
    4. Lo que no es urgente ni importante.

    El cuadrante 2 es el que da calidad a ia vida y donde se planifica a largo plazo. Olvidarlo conlleva estrés y crisis. 

    Para priorizarlo analiza en qué ocupaciones repartes tu tiempo. ¿Te parece correcta la distribución? Distingue entre lo urgente y lo importante preguntando ¿si hago esto qué consigo? Haz una lista con tres cosas que dan sentido a tu vida.

    Programa una semana con metas del cuadrante 2 como citas ineludibles. Saca tiempo de los cuadrantes 3 y 4.

    SER VALIENTE

    Tomar decisiones valientes y realizar las cosas que nos importan sin dejarlas que mueran en el Monte del Olvido nos reporta ante todo una mayor calidad de vida.

    Nos sentimos en paz con nosotros mismos porque hemos hecho los deberes que teníamos pendientes. De este modo, podemos vivir sin tensiones y ligeros de equipaje recorriendo el largo camino de la vida.

    Esto se traduce en que nuestras relaciones sociales y afectivas mejoran, porque nos ocupamos más de ellas e incluso el trabajo y lo urgente nos sale más rodado. Lo realizamos partiendo de un patrón de toma de conciencia, donde no compartimentamos, sino que intentamos que todo en nuestra vida esté interrelacionado y tenga un objetivo común; es decir, que la agenda de obligaciones se fusione con los momentos para, el amor, la familia, los amigos y la evolución personal.

    No se trata de mantener un esquema rígido o perfeccionista, como decíamos más arriba, e imponerse una "disciplina militar" en cada uno de los apartados vitales, sino de percibir y atender las cosas pequeñas, pero importantes, de la forma más flexible y realista posible.

    Es dificil, pero cada persona tiene que establecer un equilibrio entre lo urgente y lo que finalmente es prioritario para ella.

    Se trata de aprender a no aplazar lo esencial, venciendo la pereza y afrontando de cara y con valentra las cuestiones pendientes. El esfuerzo vale la pena por la satisfacción y la paz que sentimos tras realizarlo.