La contaminación ambiental, el consumo de alimentos ultraprocesados o el estilo de vida poco natural puede favorecer la inflamación, que se ha relacionado con múltiples problemas de salud. Por ello, ciertas actitudes y comportamientos proinflamatorios deberían evitarse.

Los hábitos saludables son capaces de reducir la inflamación subyacente que pueda existir en el organismo y gracias a ellos podemos evitar un buen número de enfermedades. Aquí te proponemos 4 hábitos de vida contra la inflamación

4 hábitos de vida contra la inflamación

Algunos hábitos ayudan a que la inflamación crónica de bajo grado no se desarrolle. Cultívalos, para cuidar tu salud de fondo:

1. Mantener el cuerpo en forma

Hacer ejercicio de forma regular, si puede ser al aire libre, actúa como un escudo contra la inflamación.

  • El objetivo mínimo recomendado son 30 minutos de ejercicio aeróbico 5 días a la semana.
  • Practica con intensidad moderada actividades como correr, nadar, ir en bicicleta o caminar lo más rápido posible.
  • Alternativamente puedes realizar sesiones semanales de 75 minutos de ejercicio intenso.

2. Procurar estar en el peso adecuado

La obesidad se puede interpretar como un marcador de inflamación, sobre todo si afecta a la zona abdominal. El tejido graso abdominal produce compuestos de tipo inflamatorio.

  • Modifica tu dieta y tus rutinas de ejercicio, actividad y descanso.
  • No descuides los factores emocionales que pueden estar favoreciendo los hábitos alimentarios incorrectos.
  • En caso de obesidad, reducir el peso un 10% ayuda a disminuir la inflamación.

3. Conviene descansar mucho

Durante el sueño se ponen en marcha procesos de autorreparación de tejidos, defensa inmunitaria y equilibrio hormonal.

  • Duerme 7 horas como mínimo. Las personas que duermen menos de siete horas tienen más probabilidad de presentar unos marcadores de inflamación elevados y problemas de salud como obesidad o diabetes.

4. Alejar el estrés

Puede ser emocional, mental o físico. Un estrés ocasional forma parte de lo normal, pero tenemos que evitar que se mantenga en el tiempo para que no favorezca la inflamación y perjudique la salud.

  • Desarrolla la habilidad de controlar el estrés. Puedes, por ejemplo, aprender a practicar técnicas de relajación, meditación, ejercicios de respiración, yoga o taichí.
  • La organización del tiempo y de las tareas es esencial. Mejora la planificación del trabajo, di no a lo que no puedas asumir y reserva tiempo para el ocio, la familia y el descanso.

Plantas para reducir la inflamación

También las plantas pueden ser de ayuda contra la inflamación crónica. Antes de recurrir a ellas consulta con un especialista.

  • Grosellero negro. Las hojas de grosellero tienen, según la fitoterapia francesa, una acción estimulante de los corticoides internos, lo que regula la inflamación y la reacción inmunitaria. La fruta, por otra parte, es un excelente alimento antioxidante que forma parte de la dieta antiinflamatoria.
  • Cúrcuma. Esta especia originaria de la India, de color intensamente anaranjado, que forma parte de muchas mezclas, como el curry, es uno de los principales recursos naturales antiinflamatorios. Su sabor es cálido, discretamente amargo y algo aromático. Se recomienda para dar energía, mejorar las alteraciones digestivas, aliviar los dolores de la artrosis y el eccema. Las preparaciones encapsuladas tienen mayor potencia, aunque una dieta que la incluya regularmente como especia también es eficaz.

Combínala con pimienta negra y un poco de aceite para multiplicar su acción.

  • Harpagofito. También se le conoce como "garra del diablo". Es una raíz procedente de Sudáfrica que demuestra una notable acción antiinflamatoria gracias a su contenido en harpagósido. No causa los efectos irritantes en el estómago de los antiinflamatorios de síntesis, aunque su potencia es menor. Se trata, sin duda, de la planta més estudiada por su acción desinflamatoria.
  • Árnica. La tintura de árnica se utiliza exclusivamente por vía externa, ya que la planta tiene cierta toxicidad por vía interna, pero es un medicamento tradicionalmente usado en golpes, contusiones y dolores articulares.