Conforme se acerca la primavera, apetece más que nunca salir al monte, al campo o a la costa para oxigenarse y disfrutar de la naturaleza.
Los paisajes de alturas medias y bajas se encuentran ahora en plena floración, y las plantas no solo ofrecen su aspecto más atrayente, también atesoran el mayor poder de producción de esencias, pigmentos, mucílagos y fragancias.
Es, por tanto, el momento óptimo para proveerse de un botiquín esencial de plantas, con el que sea posible afrontar las dolencias más comunes que se presentan a lo largo del año y que acaban afectando a un miembro u otro de la familia.
Afecciones respiratorias, problemas digestivos, exceso de estrés, migrañas, heridas, quemaduras y otras muchas dolencias corrientes pueden ser tratadas con remedios sencillos a base de plantas medicinales, que pueden constituir un botiquín casero o de viaje poco convencional.
Si en lugar de adquirir las plantas medicinales en herboristerías se opta por recogerlas uno mismo, es importante no cosechar más que lo que se vaya a utilizar y presenevitar arrancar las que puedan ser escasas o estar amenazadas.
Una vez en casa, es importante secar y almacenar correctamente las plantas, a fin de que no se malogren antes de tiempo. Para preparar infusiones, decocciones y maceraciones se debe conservar la planta seca y troceada en un tarro hermético, sin olvidar que al año las partes blandas habrán perdido parte de su valor medicinal.
También, con algo de práctica, se pueden preparar extractos, tinturas o jarabes en casa y guardarlos como remedios en el botiquín, que servirá como kit de urgencia para viajes o excursiones largas.
Entre las numerosas posibilidades, se proponen aquí siete plantas que no deberían faltar en ningún botiquín natural.