Los patrones repetitivos están en la naturaleza. Filósofos como Schopenhauer o Nietzsche ya hablaron del mito del eterno retorno, según el cual todo en la vida tiende a repetirse hasta el infinito.

En la literatura tenemos bellos ejemplos, como Cien años de soledad del Gabriel García Márquez, aunque muchos otros autores han intentado plasmar la naturaleza repetitiva de la vida. La rueda del tiempo, de Robert Jordan, se está convirtiendo en una de las series del momento. Pero ¿por qué es importante conectar con el carácter cíclico de la vida, sincronizarnos con la naturaleza?

¿Por qué estar en armonía con los ciclos naturales?

Desde la noche de los tiempos, el ser humano ha comprendido que la naturaleza se organiza en ciclos. El sol recorre cada jornada el cielo para desaparecer y luego aparecer de nuevo en la resurrección de la luz. Al frío invierno le siguen la primavera, el verano y el otoño, para volver a empezar.

Nuestra vida en las ciudades nos ha alejado de la armonía de los ciclos, con lo que nuestro reloj interno a menudo se «desajusta». Esto es fuente de múltiples trastornos, desde el sueño hasta la digestión, pues la microbiota también tiene sus horarios.

Sincronizarse con los ciclos naturales

El ayurveda indio y la medicina china hace miles de años que conocen los ciclos de actividad y descanso de los órganos del cuerpo, así como la importancia de respetarlos, manteniendo unos hábitos y horarios saludables.

Desde la más pequeña célula hasta los órganos, nuestra salud depende de si nos sincronizamos con los ciclos de la vida. Para contribuir a ello, conviene comer y dormir a horas regulares, y exponernos a la luz exterior para poner en hora nuestro reloj interno.

Además del sol, la luna es otra gran maestra de los ciclos. Las culturas ancestrales medían el tiempo en meses lunares, siguiendo el ciclo lunar de 28 días. Hoy día sabemos que este ciclo influye en las mareas, en el crecimiento de las plantas y también en los ciclos vitales de la mujer. Se cree que influye asimismo sobre nuestro estado mental y anímico.

"Nuestro destino no es el que creemos  sino más bien lo que se nos cruza en el camino cuando nos desviamos por razones impensadas."Flavia Company

Espiritualidad y ciclos naturales

Espiritualmente también tenemos nuestras fases. Hay eventos dolorosos, como un trauma personal o la pérdida de un ser querido, que vuelven con fuerza en ciertos momentos de nuestra vida, quizás porque reclaman ser comprendidos y sanados. Existe incluso el trastorno afectivo estacional, que además puede ser heredado del sistema familiar.

Las celebraciones son una manera inconsciente que tenemos de hacernos amigos de los ciclos: desde los cumpleaños a los aniversarios de pareja, pasando por fiestas como el solsticio de verano –la verbena de San Juan en algunas zonas– o el fin de año, son una manera de festejar la rueda de la vida.

Por lo que respecta a nuestro desarrollo personal, a veces sentimos que recorremos un sendero sinuoso hasta lo alto de una montaña en forma de cono: la ascensión nos exige repasar lecciones que creíamos superadas, para contemplarlas desde otro punto de vista o ángulo… Es un aprendizaje que no tiene fin.

La Tabla Esmeralda, un texto atribuido al misterioso Hermes Trismegisto, nos recuerda que «como es arriba, es abajo», y como nos recuerda la filosofía del Kybalión, «todo fluye y refluye; todo tiene sus periodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación».

Si, en lugar de ignorarlos, los acompañamos y danzamos con ellos, los ritmos naturales nos ayudarán a volver a nuestro centro para fluir con la vida.

Claves para descubrir tus ritmos naturales

Con las siguientes claves, podrás identificar y adaptarte a tus ritmos naturales:

  1. Deja que se revele tu patrón de sueño natural: en un día festivo, experimenta con tu ritmo fisiológico. Vete a dormir cuando empieces a sentir sueño y quita la alarma para el día siguiente. ¿Qué ocurre?
  2. Observa cómo te influye tu ciclo menstrual: si eres mujer, anota tus fases más emocionales, creativas, pasivas o guerreras. ¿Coinciden tal vez con las de tu ciclo menstrual: preovulación, ovulación, preregla y regla?
  3. Pon atención también si eres hombre: anota igualmente tus cambios anímicos a lo largo del mes, durante un par de meses o más. ¿Ves algún patrón? Quizá se corresponda con las fases de la luna.
  4. Reconoce la influencia de tus ritmos naturales en tus relaciones: ¿cuándo te sientes más social y cuándo necesitas soledad? ¿Tienes amistades cíclicas? Con algunas personas nos sentimos cerca cuando nos va mal; con otras, cuando todo va bien.