El sedentarismo, una dieta rica en grasas y proteínas, la obesidad, la edad y la genética son algunos de los factores que pueden aumentar la tensión arterial. Mantenerla dentro de unos niveles adecuados es fundamental para disfrutar de buena salud.

Se considera que existe hipertensión cuando las cifras tensionales se mantienen de manera regular por encima de 150 de máxima y 90 de mínima.

La presión máxima se denomina "sistólica", y se produce a partir de la contracción del corazón, y la mínima se denomina "diastólica", y es la que representa el fondo o base tensional.

Hipertensión arterial: causas

Aunque las dos cifras son necesarias para evaluar una hipertensión, la diastólica tiene más importancia de cara al desarrollo de complicaciones crónicas a largo plazo, mientras que las elevaciones de la sistólica tienen una gran responsabilidad en el desencadenamiento de los problemas graves de la hipertensión, como hemorragias o embolias.

Esta diferenciación, sin embargo, es muy teórica, ya que cuando existe una hipertensión suelen subir ambas.

Existen dos tipos de hipertensión. Nueve de cada diez hipertensos padecen hipertensión esencial, lo que quiere decir que no existe una causa específica orgánica que la provoque. Sí existen factores desencadenantes, como la obesidad, el consumo de sal, el sedentarismo y sobre todo la condición genética. Es más frecuente cuando hay familiares que la padecen o la padecieron.

En cambio, solo una de cada diez personas con hipertensión padece la denominada hipertensión secundaria, que se debe a una enfermedad orgánica específica.

Lo más frecuente es que sea de origen renal, aunque también puede deberse a una alteración de las glándulas suprarrenales u otras hormonas.

Hipertensión arterial: síntomas

Existen numerosos síntomas que pueden ser desencadenados por la hipertensión; sin embargo no hay que fiarse, ya que muchas veces las crisis hipertensivas no presentan ningún síntoma, y muchas personas que han padecido alguno piensan que solo tienen hipertensión si se encuentran mal.

Estos son algunos de los posibles síntomas:

  • Dolor de cabeza. Muchas veces localizado en la coronilla, suele ser peor por la mañana y mejorar poco a poco a lo largo del día. A veces no se siente como dolor, sino como la sensación de tenet una boina, o de pesadez en la cabeza.
  • Inestabilidad. A veces sentida como mareo, como estar "ido" o despistado; otras se oye como si pasara agua por el oído.
  • Fotopsias. Por este nombre complicado se denomina la presencia de luces o moscas en la vista.
  • Hemorragias. Es lógico que un aumento de tensión en las "cañerías" produzca escapes. De hecho, uno de los riesgos más graves de la hipertensión es la hemorragia cerebral, aunque por lo general suelen producirse antes pequeñas hemorragias significativas, como hemorragias nasales o de la conjuntiva ocular. No es extraño tampoco encontrar sangre en la orina, a veces microscópica (que no se ve), y otras macroscópica (en cuyo caso tiñe de rojo o rosado la orina).

¿Cómo medir correctamente la tensión?

Para tomarse la tensión existen muchos aparatos y el más preciso sigue siendo el clásico tensiómetro de columna de mercurio.

Sin embargo, cada vez más se imponen los aparatos electrónicos con manguito autohinchable. Son algo menos fiables pero mucho más cómodos de usar en casa: lo hacen todo y conservan los datos de anteriores mediciones.

Estos son algunos consejos para garantizar una medición correcta:

  1. Relájate. Si has hecho ejercicio, has comido demasiado o te has enfadado, puede salir una tensión más alta de lo habitual. Las emociones también influyen: muchos pacientes tienen la tensión de la «bata blanca», porque al ver al médico se preocupan.
  2. Quítate cualquier prenda que apriete el brazo; podría falsear los datos.
  3. Coloca el aparato de medición a la altura del corazón, preferiblemente en el brazo derecho, y permanece sentado.
  4. Comprueba que la parte lectora del manguito esté bien situada en la parte interna del hueco anterior del codo.
  5. Si la tensión es anómala, fuera de lo habitual, haz dos o tres determinaciones repitiendo el proceso, y en ambos brazos, para confirmar que la medición es correcta.

Dieta para controlar la tensión alta

La llamada dieta estándar occidental, caracterizada por ser pobre en fibra y excesiva en proteínas, grasas saturadas o modificadas y sal, es nociva en el desarrollo de la hipertensión.

Existen algunos consejos dietéticos básicos para prevenir y controlar la hipertensión:

  • Reduce el consumo de azúcar, sobre todo del blanco. El azúcar integral o de caña tampoco conviene, pero se puede consumir en cantidades moderadas. Es mejor optar por miel, melaza o sirope de arce, aunque al tratarse de alimentos muy energéticos no deberá abusarse, especialmente en caso de sobrepeso u obesidad. El azúcar puede estimular la retención de sodio, o ejercer un efecto directo sobre las hormonas del estrés.
  • Aumenta la proporción de grasas poliinsaturadas. Más grasas vegetales y menos grasas animales es la máxima. El consumo de grasas se ha de reducir en general, pero el de aceites vírgenes, frutos secos, aguacate o pescado azul ha de prevalecer sobre el de grasas de origen animal como las de la mantequilla, quesos y embutidos. Conviene aumentar los alimentos ricos en omega 3 y omega 6, como el aguacate y los frutos secos.
  • Reduce las grasas trans, presentes en margarinas o grasas hidrogenadas. Se usan en numerosos productos envasados y no tienen colesterol, por lo que durante años se han recomendado como complemento dietético para el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares, pero hoy en día se sabe que son nocivas, que a pesar de no tener colesterol lo suben, y que fomentan la arteriosclerosis, el endurecimiento arterial que está en la causa de la hipertensión.
  • Reduce el sodio. Es lo primero que se recomienda controlar, pues la célula animal dispone de un mecanismo llamado "bomba de sodio" muy importante para el metabolismo celular y el desarrollo de la hipertensión. Muchos de los fármacos diuréticos usados para tratarla tienen la función de eliminar el exceso de sodio del cuerpo. A menor consumo de sal, menor necesidad de diuréticos y otra medicación antihipertensiva. Pero el sodio no solo está en la sal, sino en muchos otros productos como el bicarbonato de sodio o el glutamato monosódico, usado como potenciador del sabor en productos preparados y cubitos de caldo vegetal. Hay que ser cuidadosos al leer la etiqueta de los productos envasados a fin de no consumir sodio sin saberlo.
    Los alimentos animales, aunque sean sin sal, contienen bastante sodio: los embutidos especialmente, no solo por la que contienen, sino por las sales nitrificantes que se le añade para su conservación. Anchoas, caviar y pescados azules conservados en sal deben reducirse, y también aderezos y salsas, olivas y encurtidos. Muchos otros aditivos alimentarios contienen sodio, como el benzoato de sodio, que está en salsas como el ketchup; o el propionato de sodio de las levaduras artificiales y el queso fundido; o el fosfato sódico de muchos refrescos.

  • Aumenta el potasio dietético. Mientras que la célula animal tiene la bomba de sodio, en la vegetal existe la bomba de potasio; el sodio de los alimentos animales se puede compensar con el potasio de los vegetales. Plátanos, uvas, naranjas y otros cítricos son algunos de los alimentos más ricos en potasio; también lo contienen muchos cereales, verduras, hortalizas y frutas. Si se toma medicación diurética para la hipertensión, puede hader déficit de potasio y deben consumirse estos alimentos con mayor asiduidad.
  • Toma alimentos alcalinizantes. Los caldos vegetales con apio y cebolla pueden tener un elevado efectoalcalinizante: también los jugos de frutas y verduras, como el de apio recién licuado.
  • Reduce la cafeína, especialmente el café, pero también el té, el chocolate y tisanas como el mate o el guaraná.
  • Sigue una dieta hipocalórica si tienes sobrepeso u obesidad. El aumento de masa corporal no solo hace trabajar más al corazón, que debe ejercer más presión para distribuir correctamente la sangre, sino que estimula la rigidez arterial, causa y consecuencia de la hipertensión.

Alcohol, tabaco y su efecto en la tensión arterial

El alcohol tiene un efecto paradójico sobre la hipertensión.

Se ha visto que el consumo de alcohol de origen natural (vino tinto, sake o incluso cerveza) en cantidades muy moderadas (100 cc de vino tinto al día o equivalente) puede ayudar a reducir momentáneamente la tensión por su efecto vasodilatador, pero no es menos cierto que el consumo no moderado de alcohol (más de 250 cc de vino al día) tiene efectos nocivos sobre la salud cardiovascular y agrava el proceso hipertensivo.

El tabaco es definitivamente nocivo en caso de hipertensión, pero no tanto porque suba la tensión (esto no está probado y parece que no es así), sino porque su uso continuado provoca endurecimiento arterial y empeora el cuadro hipertensivo. Es bien sabido que un cigarrillo puede estrechar las arterias coronarias y ser causa desencadenante de un infarto, una de las complicaciones más habituales de la hipertensión.

Hipertensión arterial: tratamientos naturales

Además de los cambios en la alimentación, existen alimentos, plantas y suplementos que pueden ayudar a reducir eficazmente los niveles de tensión arterial. Estos son algunos de los más utilizados en medicina natural.

  • Ajo. Puede ayudar a reducir en uno o dos puntos la tensión sistólica y diastólica. Numerosos estudios lo confirman. La dosis es uno o dos dientes de ajo al día o su dosis equivalente en suplemento (900 mg).
  • Apio. Este excelente diurético ayuda a reducir la retención de líquidos que se da con la hipertensión, Lo mejor es tomarlo en jugo, aunque también son útiles los caldos y la tisana de sus semillas o raíces.
  • Espino blanco. Es la planta más usada. Su toxicidad y efectos secundarios son casi nulos, Se puede tomar en infusión, o mejor aún, suplementarla con preparados en forma de gotas o comprimidos, Se toma tres veces al día. La dosis adecuada puede bajar uno o dos puntos la tensión.
  • Olivo. Las hojas de olivo son moderadamente diuréticas y bajan la tensión por relajación de la musculatura arterial. Son más útiles las de acebuche que las del olivo doméstico, pero su diferencia es mínima.
  • Rauwolfia. De esta planta africana se extrae la reserpina, un excelente medicamento antihipertensivo. Solo debe usarse por prescripción médica,
  • Muérdago. Los extractos de muérdago se han demostrado útiles, aunque su uso prolongado debe consultarse con un profesional, porque en dosis altas puede tener algo de toxicidad en personas sensibles.
  • Estigmas de maíz. Son un diurético excelente y ayudan a controlar la tensión. Sin embargo, son insuficientes por sí solos; conviene mezclarlos con otras plantas de acción más netamente hipertensiva, como el olivo o el espino blanco.
  • Magnesio. En forma de diversas sales, el magnesio es útil como relajante vascular, por lo que puede ayudar a reducir la tensión. Se necesita una dosis relativamente elevada durante un tiempo lo suficientemente prolongado, a razón de 4 a 6 comprimidos diarios.
  • Coenzima Q10. En dosis de 100 mg al día, es útil como preventivo. Si su uso no tiene un efecto hipotensor definido, se puede tomar de manera periódica, alternando descansos.

Aunque existen numerosos tratamientos efectivos en el campo de la medicina alternativa, en los casos de hipertensión crónica es casi siempre necesario usar algún fármaco de síntesis para controlarla.

No debemos cometer el error de no tratar correctamente una hipertensión, y el tratamiento correcto es aquel que mantiene la tensión arterial dentro de unas cifras aceptables, por debajo de 150 y 90 mm de mercurio de forma permanente. El mejor tratamiento es el efectivo, no el natural o el de síntesis; un mal tratamiento provoca riesgos importantes e innecesarios.

Libros sobre tratamiento natural de la hipertensión

  • La ciencia de la salud; Valentín Fuster. Ed. Planeta
  • Curar la hipertensión sin fármacos; David Lowell. Ed. RBA-Integral
  • El corazón; H. Walji y A. Kingston. Ed. Plaza & Janés

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