No es posible ponerse totalmente a salvo de una enfermedad, pero se puede reducir el riesgo. Una de cada ocho mujeres contraen cáncer de pecho en España, pero las probabilidades no se reparten por igual entre todas. La genética y en mayor medida los factores ambientales y de estilo de vida pueden empujar a favor de la enfermedad o de prevenirla.

El 19 de octubre se conmemora el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, una fecha que tiene como objetivo sensibilizar a la población global sobre la relevancia de la prevención, el diagnóstico temprano y la investigación de esta enfermedad que afecta a millones de individuos, tanto mujeres como hombres, alrededor del mundo.

Cancer de mama: la prevención es esencial

Este día es una oportunidad para recordar la esencialidad de la prevención y el apoyo a quienes enfrentan esta enfermedad.  Según datos del informe "Las cifras del cáncer en España 2023", en este año se diagnosticarán 35.001 nuevos casos de cáncer de mama en España, lo que representa el 29% de todos los cánceres femeninos en el país. A nivel global, el cáncer de mama es el más común entre las mujeres y el segundo más frecuente en general, siendo superado solo por el cáncer de pulmón.

A pesar de estas cifras, hay motivos para ser optimistas. La supervivencia de las pacientes con cáncer de mama ha mejorado significativamente en las últimas décadas gracias a avances en detección temprana, tratamientos individualizados y constante investigación.

Es importante señalar que el cáncer de mama no es exclusivo de las mujeres; los hombres también pueden padecerlo. A nivel mundial, se estima que el cáncer de mama afecta a un hombre por cada 100 mujeres. La concienciación y el apoyo deben ser inclusivos, sin distinción de género.

La prevención es una herramienta esencial en la lucha contra esta enfermedad. Conocer los factores de riesgo, los síntomas y realizar chequeos regulares son fundamentales para un diagnóstico temprano y un tratamiento efectivo.

6 hábitos que ayudan a prevenir el cáncer de mama

No es solo la genética. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la genética solo es determinante en el 20% de los cánceres. Solo uno de cada diez tumores de mama se considera de causa genética.

En un importante artículo, publicado en 2011 en la revista Cell, los doctores Douglas Hanahan y Robert Weinberg, del Instituto Suizo para la Investigación Experimental del Cáncer, establecieron que la dieta, la actividad física, las toxinas ambientales, el apoyo social y el estrés crónico influyen sobre variables biológicas necesarias para que los cánceres se formen, crezcan y sobrevivan. Por tanto, a través del estilo de vida podemos actuar a favor de la prevención de la enfermedad.

1. Haz que tu dieta sea más preventiva

Toda estrategia preventiva debe comenzar por la dieta. Los objetivos son evitar la inflamación, los daños causados por los radicales libres y las toxinas ambientales. En la guía práctica elaborada bajo la dirección de la doctora Cristina Pellicer para la Asociación de Oncología Integrativa se enumeran los alimentos que solo debemos consumir con moderación o evitar:

  • Los azúcares, incluyendo harinas, panes y pastas blancos, jarabes, siropes y endulzantes artificiales. La ingesta elevada de azúcares provoca inflamación, aumenta la resistencia a la insulina y favorece la carcinogénesis. Solo con reducirlos al mínimo, el riesgo disminuye hasta 10 veces, según el estudio dirigido por el doctor Maxwell Parkin para la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, dependiente de la OMS.
  • Los procesados cárnicos y la carne roja,declarados cancerígenos por la OMS. Un estudio reciente, dirigido por el doctor Dale P. Sandler, del Instituto Nacional de Salud Medioambiental de Estados Unidos y publicado en el International Journal of Cancer, concluyó que hay una relación entre la carne roja y el riesgo de cáncer de mama.
  • Formas de cocinar. La manera de preparar la comida es importante. Conviene evitar las cocciones que queman los alimentos porque se producen benzopirenos, aminas heterocíclicas, hidrocarburos aromáticos policíclicos y acrilamidas. Por tanto no son recomendables barbacoas, asados ni frituras. En cambio, si lo son la cocción al vapor o en agua y, por supuesto, comer los alimentos crudos, sobre todo aquellos ricos en polifenoles antiinflamatorios y antioxidantes.

2. Incluye más ingredientes antioxidantes

 

  • Son polifenoles las isoflavonas, los lignanos, los flavonoides, las antocianinas, las catequinas y los taninos. Algunos alimentos que los contienen en abundancia son las frutas del bosque, el aceite de oliva, el té verde, el cacao puro, las verduras, las hierbas aromáticas, especias como la curcuma, la granada, el ajo y los cereales integrales.
  • La soja, sí. Esta legumbre tiene una historia controvertida en relación con el cáncer de mama. Algunos expertos señalaban que sus isoflavonas resultaban peligrosas en las mujeres genéticamente sensibles a los estrógenos. Sin embargo, los últimos estudios indican que ejerce un papel protector y es capaz de aumentar la supervivencia de mujeres afectadas, como indica el doctor Jorge Pérez-Calvo.
  • Que no falten las coles. Las crucíferas, familia a la que pertenecen las coles, son probablemente los alimentos más estudiados por su efecto benefactor en relación con el cáncer. Son ricas en glucosinolatos, que reducen la inflamación y desactivan agentes cancerígenos. Contienen además carotenoides, antocianinas y ácido fólico.
  • Asegúrate los omega-3. También son antiinflamatorios los ácidos grasos omega-3. Numerosos estudios demuestran que la ingesta elevada protege contra la tumorogénesis. En la dieta vegetal, para obtener suficientes omega-3 es preciso consumir a diario semillas de lino trituradas, nueces o chía.

3. Ten en cuenta estos nutrientes específicos

En el libro Oncología Integrativa (Editorial Médica Panamericana), la doctora Natalia Eres y el biólogo Juan Serrano enumeran los nutrientes cuya acción sobre el desarrollo del cáncer se conoce mejor:

  • Ácido fólico (se encuentra en verduras de hoja verde y legumbres)
  • Vitamina B12 (los vegetarianos deben tomar un suplemento)
  • Vitamina B6 (garbanzos, patatas, pistachos y cereales integrales)
  • Vitamina B2 (almendras, plátanos, coles, legumbres, setas y cereales integrales)
  • Metionina (espinacas, espárragos, judías secas, setas)
  • Colina (lecitina de soja, shiitakes, brócoli, lentejas)
  • Ácido retinoico (el cuerpo lo sintetiza a partir del betacaroteno de zanahorias, boniatos y otros vegetales amarillos o anaranjados).

4. Reduce tu exposición a tóxicos

Según la Sociedad Española de Toxicología, diariamente estamos en contacto con más de 3.500 sustancias artificiales con efectos sobre el organismo, muchas cancerígenas, como pesticidas, plásticos, dioxinas, PCBs, metales pesados, detergentes, etc. Por este motivo se recomienda estimular la desintoxicación con la ayuda de plantas, probióticos y fibra.

Los pesticidas que se utilizan en la agricultura son agentes tóxicos potentes y muchos son disruptores endocrinos, sustancias que interfieren con el normal funcionamiento de las hormonas esteroideas y afectan a la expresión de genes. Para evitarlos, la medida más eficaz es consumir alimentos ecológicos.

También son disruptores endocrinos los ftalatos y los bisfenoles de los plásticos, los parabenos y el triclosán de los cosméticos, o los retardantes de llama en prendas de ropa. Para evitarlos, conviene elegir detergentes, prendas y productos cosméticos con certificación natural o ecológica.

5. Haz ejercicio físico

El informe del grupo Salud&Trabajo de la Unión Europea mencionó en 2013 que el ejercicio físico era preventivo frente al cáncer. La actividad es una necesidad para el organismo e influye sobre varios factores relacionados con el cáncer: la proporción de grasa corporal, el perfil de lípidos en sangre, el estado del sistema digestivo, la desintoxicación hepática, la inmunidad, la regulación hormonal, el estrés, el nivel de inflamación, etc.

Un estudio dirigido por el doctor Steeven C. Moore y publicado en el JAMA Internal Medicine estableció que la actividad física se asocia con un riesgo menor de padecer hasta 13 tipos diferentes de cáncer. En el caso del cáncer de mama, la reducción del riesgo se sitúa entre el 20 y el 30 por ciento. El tipo de ejercicio que parece más beneficioso es el de intensidad moderada que se desarrolla a diario durante 30-60 minutos.

6. Controla el estrés

La relación entre el estrés o las emociones y el cáncer ha sido muy discutida, pero la experiencia ha convencido a investigadores de la talla de Pere Gascón, autor de más de 200 artículos, director del Laboratorio de Oncología Molecular y Translacional CELLEX en Barcelona, para quien "el estrés emocional crónico puede iniciar el proceso de un cáncer".

El estrés aumenta las hormonas producidas por las glándulas suprarrenales, que inhiben los leucocitos y aceleran la involución del timo, lo que suprime la función inmunitaria, haciendo que la persona sea más susceptible a las infecciones y al cáncer.

Como el estrés que dura demasiado no es bueno para nada, el propio Gascón recomienda favorecer el funcionamiento del sistema inmunitario a través de la relajación, el sueño, la meditación y la visualización.

Referencias científicas: