Al saber que le quedan menos de tres meses de vida, Ann, la protagonista de la película Mi vida sin mí, se da cuenta de que, entre la rutina y las obligaciones, su vida ha transcurrido sin que hubiera tenido tiempo para vivir aquello que más deseaba.

Sola, haciendo acopio de valor, armada simplemente de un lápiz y un papel, se sienta en una cafetería a confeccionar una lista con aquellas cosas que, por encima de todo, desea hacer y experimentar antes de morir.

Decide emplear cada día de los pocos que aún podrá disfrutar intentando tachar cada una de las cosas que conforman su lista.

Si no somos conscientes de cuáles son nuestras prioridades, a todos nos puede ocurrir como a Ann, que la muerte nos sorprenda habiendo aplazado lo realmente esencial.

Ciertamente resulta difícil e incluso un tanto utópico vivir cada día como si fuera el último, dando la espalda a lo superfluo, pero sólo si determinamos qué es lo más importante para nosotros a la hora de vivir, la existencia puede tomar sentido y el tiempo que la compone puede ordenarse y organizarse en función de nuestros valores.

Cuando un paciente llegaba por primera vez a la consulta del psiquiatra y escritor Viktor E. Frankl, autor de El hombre en busca de sentido (Ed Herder), éste le preguntaba: "¿Por qué no se suicida usted?".

Consideraba que sólo podía trabajar a partir de esta respuesta que le permitía conocer cuál era el auténtico sentido de la existencia para esa persona.

Pero la pregunta se convertía en la primera sesión de terapia para que el paciente fuese consciente de lo que era realmente importante en su vida y analizara si obraba en consecuencia.

A partir de este punto se podía tejer una vida coherente, es decir, una existencia guiada por una brújula interior.

Priorizar es elegir (y lleva tiempo)

Sin duda priorizar es elegir, poner orden en nuestra vida y retomar el control de la misma distinguiendo entre lo crucial, lo superfluo o prescindible, lo urgente y lo importante. Sólo así podremos sentir que hemos aprovechado nuestro paso por este mundo.

Sin embargo, como dice el refrán, lo frecuente es que los árboles no nos dejen ver el bosque. John Lennon lo expresaba de forma más poética: "La vida es aquello que pasa mientras estamos ocupados haciendo otras cosas".

Si pasamos la mayor parte del tiempo solucionando lo urgente, lo importante queda relegado indefinidamente. El problema no radica en la urgencia en sí, sino en permitir que ésta domine constantemente.

Para no dejarse arrastrar por la urgencia es básico aprender a parar.

Detenerse permite establecer un orden de prioridades para no perder de vista quienes somos y lo que realmente deseamos. Entre el estímulo y la respuesta existe un espacio de tiempo, un espacio a crear y respetar, porque en él reside el poder de elegir nuestra reacción y por tanto nuestra libertad.

Las personas que viven según sus prioridades disfrutan de una larga lista de beneficios como:

  • Llevar una vida más equilibrada porque saben evaluar qué es lo más importante en cada una de sus facetas como personas
  • Disfrutar más de la vida porque la planean según sus necesidades y sus propios deseos.
  • Son flexibles y espontáneas porque su seguridad se basa en su brújula interior y pueden cambiar la dirección según crean conveniente.
  • Tienen relaciones personales más ricas porque anteponen las personas a sus actividades
  • Fijan sus propios límites, saben dosificarse y no trabajan hasta quedar exhaustas.
  • Se cuestionan constantemente y hacen balance periódicamente.

Estrategias para evitar la adicción a lo urgente

Una vez tomada su decisión, Ann empuja la vida hasta cumplir sus sueños. Pero no es fácil salirse del raíl. A nuestra protagonista la visión tan cercana de la muerte le permite modificar radicalmente su perspectiva de las cosas. Pero no es el caso de la mayoría.

Stephen R. Covey en su bestseller Primero lo primero (Ed. Paidós) advierte que estar pendiente de lo urgente crea adicción, nos hace sentir importantes porque socialmente se valora a quien está siempre ocupado y esto constituye una buena excusa para no afrontar la pregunta crucial, lo primordial de la propia vida.

No obstante la adicción a la urgencia encubre una conducta autodestructiva, significa aferrarse a una actitud que llena temporalmente el vacío que surge de los deseos insatisfechos.

Cuando una persona toma conciencia de cuáles son sus prioridades también debe actuar en consecuencia, pues de poco sirve reconocerlas y quedarse pasivo al respecto.

Ese paso adelante requiere coraje, decisión, disciplina y el desarrollo de ciertas estrategias.

Covey divide las actividades en que distribuimos el tiempo en 4 cuadrantes:

  1. Lo urgente e importante: crisis, problemas acuciantes, urgencias médicas, trabajo con una fecha de entrega...
  2. Lo no urgente e importante: planificar, cuidar y crear relaciones, cuidarse, disfrutar, prevenir, catalizar el poder interior, desarrollarse como persona...
  3. Lo urgente no importante: interrupciones, llamadas, reuniones... 
  4. Lo no urgente ni importante: actividades de escape, acciones que representan pérdida de tiempo, trivialidades...

Sólo las actividades del cuadrante 2 ofrecen calidad y sentido a la vida y olvidar este espacio o dejar que el resto de cuadrantes se coman el tiempo que necesitamos para el desarrollo de estas actividades conlleva estrés y crisis, tanto en la vida personal como en la profesional.

El problema es que, a diferencia de otros cuadrantes, el cuadrante 2 no actúa sobre nosotros, sino que somos nosotros quienes debemos actuar sobre él.

Para distinguir entre lo urgente y lo importante puede ser útil preguntarse: ¿esta actividad urgente contribuye a lograr un objetivo importante para mí?

Cómo descubrir lo realmente importante

Para definir y determinar cuáles son las prioridades particulares, el especialista en PNL Lair Ribeiro propone en sus talleres pensar en siete palabras que definan respectivamente qué es para nosotros la salud, el trabajo, el dinero, las relaciones y la espiritualidad.

En esos grupos de siete palabras hay que dar prioridad a una de ellas en cada área.

Seguidamente, se dibuja una estrella con cinco puntas poniendo en cada una la primera palabra clavede cada área.

Según Ribeiro, esta estrella resumirá lo que es más importante para cada persona y debe inspirar a diario cada uno de sus actos.

Recomienda tenerla bien a mano para que nos recuerde lo que queremos y revisarla periódicamente para determinar si nuestros valores han cambiado y si estamos llevando una vida acorde con estas prioridades.

"Estas cinco palabras son las llaves de tu mente, el mapa para saber qué buscas y hacia dónde te diriges. Bastará ignorar el 'no puedo 'y mirar el futuro con imaginación porque si tienes un propósito y trabajas en tu finalidad el universo conspira a tu favor."

"El máximo aliento para vivir una vida sin depresión ni ansiedad es buscar algo valioso por lo que vivir", asegura Ribeiro, quien añade que cada propósito debe formularse en positivo, ser lo más específico y concreto posible, realista y, para que no quede en una ilusión, tener una fecha o plazo de realización.

El equilibrio de papeles

A diferencia de Ribeiro, John Demartini, autor de La experienica del descubrimiento (Ed. Urano), distingue entre siete niveles para realizarse auténtica y equilibradamente como persona: espiritual, mental, profesional, familiar, económico, social y físico.

Para contribuir a desarrollarse espiritualmente propone reservar diariamente tiempo para conectarse con las fuerzas sublimes que anidan en nuestro interior y dar gracias a la vida y a su amorosa energía.

A nivel mental sugiere comprometerse a aprender algo nuevo cada día mediante un libro inspirador.

A nivel profesional asegura que lo mejor es fijarse al levantarse siete prioridades para cumplir en esa jornada.

A nivel familiar sugiere dedicar un momento del día a apreciar la simple presencia de los seres que amamos y a admirar cómo han contribuido positivamente a nuestra existencia.

A nivel económico propone agradecer la abundancia a la que tenemos acceso.

A nivel social conviene hacer un poco cada día para mejorar las relaciones con los amigos, llamándoles por teléfono o enviando una postal a alguien que nos gustaría tener como amigo.

A nivel físico cree que debemos ver el cuerpo como un don que hemos recibido para disfrutar de la vida y atenderlo y cuidarlo como si fuera un jardín.

Relegar alguno de esos aspectos o dejar que sea uno el que domine sobre los otros implicará perder calidad de vida y capacidad de decisión.

Ayudará tener en cuenta que al renovarse en una de estas facetas se enriquecen al mismo tiempo la demás. Dedicar un tiempo al ejercicio físico ayuda a volver al trabajo relajado y con fuerza para afrontar cada obstáculo.

APRENDER A RENUNCIAR

Priorizar permite ganar paz interior y recuperar el equilibrio pero conviene precisar que implica aprender a renunciar.

Para priorizar se deben descartar aquellas metas, deseos o tareas que no son alcanzables o realizables, renunciar a veces definitivamente y otras temporalmente hasta que las circunstancias cambien.

Hay que saber elegir en función de lo que es más importante en cada etapa vital.

Contaba Lou Marinoff, el autor de Más Platón y menos Prozac (Ed. B), que su hija se encontraba muy frustrada porque a pesar de la felicidad que había despertado el nacimiento de su hija se sentía completamente atrapada. No podía hacer nada más que no fuera cuidarla cuando ella deseaba con todas sus fuerzas alcanzar otras metas, estudiar y trabajar.

Marinoff le recordó a su hija, que su bebé crecería rápido y que entonces volvería a disponer de tiempo para dirigir su energía hacia otros objetivos; mientras que si renunciaba a cuidar a su hija en ese momento, nunca más podría recuperar la infancia que se había perdido, algo que podía pesarle toda la vida.

Al igual que nosotros, las prioridades cambian a lo largo de nuestra vida y por ello deben revisarse continuamente. La vida no se agota en el "yo" ni el "ahora", tomar una perspectiva más amplia conduce a decisiones de mayor calidad.

Efectivamente, como le ocurre a Ann, los golpes obligan más que nunca a replantarse cuáles son las prioridades, pero resulta más saludable hacerlo antes de que la vida nos empuje a ello a la fuerza. Así estaremos más cerca de conseguir vivir más una vida "diseñada por mí" que no "una vida sin mí".

Estas estrategias ayudan a analizar cuáles son las prioridades y a llevarlas a la práctica.

  • Elabora una lista con lo que desearías vivir antes de morir. Con la lista hecha, prioriza desde lo más importante a lo menos necesario.
  • Para establecer tus prioridades, plantéate: ¿Qué da sentido a mi vida? ¿Qué deseo ser y hacer?
  • Haz una lista con todos los papeles que desempeñas en tu existencia: profesional, amigo... ¿Qué deseas conseguir en cada una de estas facetas? Organiza tu agenda para, en un mes, realizar algo que deseas en cada una de ellas. Dedica tiempo a concretar tu proyecto,
  • Analiza tus metas. ¿Se basan en principios? ¿Estás dispuesto a pagar el precio que implica realizarlas?
  • Visualizar cada meta ayuda a sentir si realmente es prioritaria y, si lo es, a confiar en alcanzarla.
  • Fortalece tu voluntad y confianza cumpliendo cada promesa que te haces a ti mismo.
  • Organiza tus actividades. Un planning semanal permite contemplar las actividades diarias en un contexto más global. Antes que nada, con un bolígrafo de color especial, escribe en él como una cita ineludible, tus prioridades de ese periodo.
  • Valora al final de la semana a que actividades has dedicado más tiempo para ver qué ajustes convienen.