La hipersomnia consiste en sentirse anormalmente somnoliento durante el día e incluso en quedarse dormido en situaciones inapropiadas. Se produce un aumento del 25% respecto a las horas absolutas del patrón normal del sueño.

Aunque el día es para estar despierto y la noche para dormir, tener sueño durante la fase diurna es algo que a veces sucede y puede tener mayor o menor importancia. Conviene conocer las causas de la hipersomnia y saber cómo actuar ante ella para evitar problemas de salud asociados.

Test de hipersomnia o exceso de somnolencia

Para determinar si sufres un exceso de somnolencia, responde si sueles tener sueño en las situaciones que se indican.

La valoración será: 0 (nunca), 1 (probabilidad escasa), 2 (probabilidad moderada), 3 (probabilidad elevada).

  1. Sentado leyendo.
  2. Viendo la televisión.
  3. Sentado en un lugar público, el cine o el teatro.
  4. Yendo como pasajero en coche o tren, durante una hora.
  5. Acostado por la tarde para descansar si puedes hacerlo.
  6. Sentado hablando con alguien.
  7. Sentado reposando tras haber comido, sin alcohol.
  8. Detenido unos minutos en un atasco de coche.

Total. Si obtienes más de 10 puntos, puede considerarse que existe una somnolencia diurna excesiva.

Causas de un exceso de somnolencia puntual

En ocasiones, un simple cambio de estación puede provocar una anormal somnolencia acompañada de cansancio.

Esto puede pasar al finalizar el invierno en lo que se conoce como astenia primaveral debido a la falta de actividad física y a la alimentación hipercalórica de la época fría, lo que necesita un proceso depurativo.

O en otoño, debido a que los niveles de melatonina, la hormona segregada por la glándula pineal y en parte responsable de regular el sueño, descienden a causa de la disminución de horas de luz solar respecto al verano.

A menudo la causa es un estado de fatiga asociado a una excesiva actividad laboral con falta de sueño, o un estrés físico o psicológico (hipersomnia temporal durante pocos días). En tales casos, volver a una situación más relajada hace que se normalice el ritmo sueño-vigilia y desaparezca esa tendencia.

De manera que la somnolencia excesiva durante el día, sin causa conocida, puede sugerir la presencia de un trastorno del sueño y cabe diferenciarlo de la fatiga.

Además del estrés, también un cuadro depresivo -o el simple aburrimiento- puede acompañarse de apatía, fatiga y somnolencia.

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Causas de la somnolencia excesiva o hipersomnia

La mejor manera de evitar la excesiva somnolencia diurna es conocer sus causas. Si hubiera alguna enfermedad concreta, por ejemplo una depresión, conviene ir al médico.

Hay enfermedades que pueden cursar con un aumento de la somnolencia durante el día. Son, por ejemplo, el hipotiroidismo, la anemia, la hipercalcemia o aumento del nivel de calcio en sangre, y la hipo o hipernatremia, una alteración del nivel normal de sodio.

Debe tenerse en cuenta, asimismo, que ciertos medicamentos pueden provocar somnolencia, especialmente los antihistamínicos, los tranquilizantes y los somníferos.

Detrás de un exceso de somnolencia puede existir también, aunque es poco frecuente, una alteración del sueño llamada narcolepsia. Se caracteriza por crisis anormales de sueño durante el día y también de parálisis y alucinaciones. No se conoce la causa pero hay una predisposición genética. Aunque esta enfermedad no tiene en sí consecuencias graves para la salud, provoca temor y aumenta el riesgo de accidentes.

Si se sospecha que la somnolencia puede tener una causa patológica, conviene acudir al médico. Éste valorará el posible origen: examinará el corazón, los pulmones y el hígado; elaborará un perfil psicológico (para determinar si la persona sufre ansiedad o depresión) y tendrá en cuenta los patrones del sueño (calidad del mismo , cuántas horas se duerme, si se ronca, etc.).

También se realizarán exámenes complementarios según el caso: pruebas de laboratorio (análisis de sangre y orina), un EEG (registro de las ondas cerebrales), un TAC craneal o estudios del sueño (es posible que la persona deba permanecer toda una noche o incluso todo el día en el centro médico para someterse a una polisomnografía).

Si hubiera síntomas neurológicos, se remitirá al especialista para descartar enfermedades graves (como encefalitis, meningitis o un tumor cerebral), pero es algo poco frecuente en estos casos.

Consecuencias de la privación crónica del sueño

La primera causa de hipersomnia es la privación crónica del sueño, tan frecuente en la actualidad. Es decir, no dormir las horas suficientes durante la noche.

Se considera, en efecto, que para un adulto la división normal de las 24 horas del día supondría dedicar ocho horas al trabajo, ocho a actividades personales (comida, ocio) y otras ocho al descanso. Sin embargo, son muchas las personas que no tienen un sueño nocturno de calidad.

Los españoles dormimos en la actualidad una hora menos que el resto de europeos debido a que mantenemos la antigua costumbre de cenar e ir a la cama tarde, pero incorporando la tendencia de levantarnos temprano para acudir al trabajo.

A esto hay que añadir el impacto de los medios de entretenimiento como la televisión o internet, que quitan horas de reposo nocturno.

  • La falta de sueño puede provocar importantes cambios psicológicos como irritabilidad, ansiedad e incluso depresión.
  • En relación al trabajo, disminuye el rendimiento y aparecen dificultades de atención, memoria y adaptación a situaciones nuevas.
  • Si esa falta de sueño persiste, se acaban alterando los sistemas endocrino e inmunitario.
  • Por otra parte, se considera que la fatiga y la somnolencia diurnas son culpables de alrededor del 80% de las muertes por accidentes de tráfico y laborales.

Hipersomnia ligada a la apnea del sueño: síntomas

En lo últimos años, un cuadro de trastornos respiratorios ha suscitado el interés tanto médico como social. Se trata de la apnea del sueño, que afecta a alrededor del 3% de la población adulta.

Este trastorno se suele asociar a los ronquidos, aunque no todas las personas que roncan lo padecen.

Las apneas son paradas respiratorias durante el sueño. Duran de 15 a 90 segundos, pueden repetirse con frecuencia (hasta 500 veces) y terminan con un fuerte resuello debido a una brusca inspiración.

Ello motiva repetidos despertares breves de los que la persona no es consciente y que van condicionando un sueño superficial, fragmentado y de baja calidad, lo que provoca somnolencia diurna.

El problema se agrava si la persona realiza trabajos de riesgo: conductores, controladores de maquinarias, personal sanitario o de seguridad, etc.

Tal situación puede aumentar el riesgo de complicaciones cardiovasculares. También, debido al déficit de oxigenación durante las apneas, el cerebro puede llegar a afectarse con deterioro de memoria y cambios de humor.

Se considera que la apnea afecta sobre todo, pero no exclusivamente, a varones de mediana edad con historial de ronquidos y somnolencia diurna.

En el 70% de los casos existe obesidad asociada y en el 50%, hipertensión arterial. Por eso se considera que el más propenso a padecer este trastorno es el individuo de cuello corto y grueso con sobrepeso.

Hay otros factores de riesgo como el tabaquismo, el alcohol, una lengua y amígdalas de gran tamaño, dormir boca arriba y enfermedades pulmonares como el enfisema. En ocasiones puede existir una predisposición hereditaria (estrechamiento de la garganta) y afectar a varios miembros de la misma familia.

Son signos de sospecha de apneas:

  • cansancio al levantarse;
  • boca seca, pastosa y garganta irritada al despertar;
  • necesidad de orinar de noche;
  • sueño agitado con movimientos;
  • despertares frecuentes, a veces con sensación de ahogo;
  • sueños y pesadillas;
  • hablar en sueños.

Para los afectados de apnea, lo primero es dejar de fumar, evitar el alcohol y perder peso.

También hay dispositivos que ayudan a respirar mientras se duerme. Es importante la postura en la cama: los que roncan deberían dormir de lado o boca abajo, pero no les conviene recurrir a tranquilizantes o fármacos para dormir.

Recuperar el ritmo natural de sueño

Si el problema obedece a un tipo de vida desequilibrado, que suele ser lo más habitual, lo mejor será volver a unos hábitos más naturales.

Es sabido que el ritmo natural del sueño y la vigilia se ha visto alterado a lo largo de la historia debido a la evolución tecnológica. La aparición de la luz artificial supuso una rotura de nuestra sincronizaci��n con los ritmos de la naturaleza.

Ya no dependemos de la luz solar para las actividades laborales o recreativas, pero eso no significa que nuestro organismo no necesite en buena medida seguir los ritmos biológicos que marca la naturaleza.

En primer lugar hay que dormir suficientes horas. Se considera que la población activa duerme 7-8 horas en vez de las 8-9 de hace 50 años y que se duerme una media de 1,5 horas menos que a principios del siglo XX. Esto indica que padecemos en la actualidad una insuficiencia crónica de sueño nocturno.

Otro aspecto importante es evitar una sobrecarga del sistema nervioso, reduciendo si son excesivas las horas dedicadas a permanecer frente a pantallas electrónicas, sea el televisor o el ordenador.

Todo lo que contribuya a apartarnos de vez en cuando de nuestro entorno habitual y ponemos en contacto con el medio natural será deseable: ejercicio físico moderado pero regular, respiración amplia y rítmica, técnicas de relajación, etc.

Respecto a los alimentos y bebidas, conviene evitar el abuso de café u otros estimulantes.

Es preferible llevar una dieta equilibrada rica en alimentos frescos (fruta, ensaladas) y una correcta hidratación (acostumbrándose a beber agua o zumos durante el día).

Además, debe tenerse en cuenta, según demuestran varios estudios, que las bebidas industriales azucaradas aumentan la somnolencia en lugar de combatirla.

La clave está, en resumidas cuentas, en lograr descansar bien durante la noche y así poder estar activos y despiertos durante el día, lo que significa seguir el ritmo al que nuestro organismo está adaptado desde tiempo inmemorial.

Tres propuestas para dormir bien

Hidroterapia

Duchar durante varios días los muslos con agua fría ayuda rápidamente a vencer la somnolencia.

Sentados en el borde de la bañera o sobre un taburete colocado encima de una cubeta, se deja caer durante cinco minutos el agua, lo más fría posible, sobre la cara superior de los muslos, con la ducha o una esponja grande. A continuación hay que secarse y friccionarse enérgicamente con un guante de crin.

Existe a ese nivel una red nerviosa subcutánea en conexión con las glándulas suprarrenales, cuya estimulación aumenta el tono vital.

Zumos

Para depurar el organismo, sobre todo al inicio de la primavera, puede hacerse una cura de zumo de apio. Fortalece el hígado y los riñones y elimina toxinas, lo que mejora la tez y equilibra el sistema nervioso.

Mañana y noche -durante varios días- se toma un vaso del jugo de apio (batido sin las hojas), que puede combinarse con otras verduras o frutas para mejorar su sabor: zanahoria, manzana o ambos. En el momento de tomarlo pueden añadirse algunas gotas de limón.

Respiración alternada

Siéntate en la cama con las piernas cruzadas o colgando, la espalda derecha y la cabeza ligeramente inclinada.

Con una suave presión del pulgar y el índice de la mano derecha cierra alternadamente una ventana de la nariz y luego la otra.

Empieza por presionar la fosa nasal derecha con el pulgar e inspira por la izquierda: presiona esta con el índice y expulsa el aire por la derecha: inspira por esa misma fosa y espira por la izquierda... y así hasta siete veces seguidas.

Hay que estar calmado y concentrarse en la propia sensación de respirar.

Este sencillo método puede repetirse varias veces al día. Armoniza el sistema nervioso (ambos hemisferios cerebrales y sistema vegetativo simpático y parasimpático) y regula diversas funciones, como el ritmo sueño-vigilia.

Libros para descansar mejor y recuperar la energía

  • 50 remedios naturales para aumentar su energía; Tracey Kelly. Ed. Mens Sana
  • Aprende a respirar; Hiltrud Lodes. Ed. Integral
  • Aprender a dormir bien; Chris Idzikowski. Ed. Oniro