En un artículo anterior hablamos del prolapso, la bajada de órganos, y decíamos que son hijos de la presión, que son "un cocido a fuego lento", excepto los que se producen como consecuencia del postparto.

Como es un proceso lento, la detección precoz es clave. Un prolapso inicial es perfectamente reeducable, es decir, podemos devolverlo a su sitio. Un prolapso detectado porque asoma por la vagina, ya solo podemos recurrir a la cirugía o a los pesarios (hablaremos de ellos).

Por qué hay que tratar el prolapso en el postparto

Son varios los profesionales que pueden detectar un prolapso, pero la clave no es detectarlo, la clave es darle la importancia que tiene.

La mayoría de mujeres confían en sus visitas ginecológicas de control para saber que todo está bien. Estas visitas nos dicen que todo está bien a nivel de tejidos, de muestras y de analíticas, que no hay una enfermedad en la zona. Y eso es bueno, muy bueno. Pero esas visitas es posible que no vean un prolapso leve. Rectifico: si que lo ven, pero es posible no lo valoren como algo remarcable, de interés.

Caso clásico: mujer de postparto que viene a consulta de fisioterapia de suelo pélvico para hacerse una valoración. Explica que fue a la revisión ginecológica y que está muy contenta. Le dijeron que todo estaba muy bien. Que tenía el útero o la vejiga un poquito baja, pero nada, que todo estaba muy bien. Para ella su prolapso grado I era una pura anécdota.

Aunque en el caso concreto del postparto los tejidos tienden a volver a su situación inicial con los meses, es bien cierto que si una mujer sabe que su útero está más bajo, debería ser impecable con la gestión de sus presiones y tendría que hacer trabajo postural, entre otras cosas. Porque un tejido distendido por el proceso de la maternidad puede volver a su sitio de forma fisiológica, pero también puede no hacerlo.

Actualmente la maternidad ha adquirido una dimensión corporal diferente. El estilo de vida de nuestra cultura pospone la llegada de los hijos. Cada una tiene sus razones: inestabilidad laboral, de pareja, ganas de vivir la vida… la realidad es que abundan las madres que rondan los 40. ¿Eso es malo? No, en absoluto, pero hay que saber que tiene un precio. Ser madre a los 40 no tiene nada que ver con ser madre a los 25, a todos los niveles, pero yo hablo solo a nivel de tejidos.

Con la edad se pierde capacidad de recuperación

Aunque esté a años luz de nuestra realidad cultural y vital, biológicamente hablando, el cuerpo está en esplendor para maternar de los 18 a los 25 aproximadamente. Una chica de 25 años con una ligera bajada de órganos post parto no sería nada preocupante, lo más normal es que el órgano vuelva solo a casa. El cuerpo está preparado para recuperarse de un parto normal, los tejidos son jóvenes y elásticos.

Muy diferente la capacidad elástica y de recuperación de un tejido de una mujer de 39. ¿Podrá recuperarse? Seguro que sí, pero probablemente no lo hará de forma tan espontánea. El pequeño prolapso postparto de esta mujer será mucho más relevante que la de 25. Empezar a tratarlo cuanto antes será decisivo.

Este "silencio" sobre el prolapso en la visita ginecológica, ¿es un error médico? En absoluto, es una visión distinta. Un prolapso en sus estadios iniciales es un hecho sin interés médico. No genera ningún problema, no da síntomas… no es un problema médico en absoluto.

La medicina considerará el prolapso como patológico, es decir, como una enfermedad que debe ser tratada, cuando el genere síntomas y/o asome por la vagina. Entonces la cirugía recolocará el órgano caído.

La visión de la fisioterapia del suelo pélvico es distinta. Para nosotras un prolapso leve es un hecho muy remarcable. No sólo por lo que representa, sino sobre todo porque es recuperable. Insisto, un prolapso es recuperable si se ve a tiempo.

La detección precoz es determinante, y esa detección precoz la hacen mejor que nadie las fisioterapeutas de suelo pélvico, no porque tengamos más buen ojo, sino que para nosotras es algo que buscamos específicamente.

Los pesarios son una alternativa a la cirugía

Aprovecho este artículo para dar a conocer los pesarios, una herramienta muy desconocida y muy a tener en cuenta para evitar la cirugía.

Los pesarios son dispositivos (normalmente de silicona) que se colocan dentro de la vagina y sirven para elevar y dar soporte a la estructura o estructuras que hayan descendido (útero, vejiga, vagina o recto). Los pesarios no curan, pero alivian la sintomatología y evitan que la situación empeore.

Hay diversidad de formas: cubos, anillo con varias formas, “chupetes”, etc., que se adaptan a los diferentes tipos y grados de prolapso. Hay algunos que permiten mantener relaciones sexuales con ellos puestos. Los pesarios pueden ser colocados por ginecólogas, pero también por fisioterapeutas de suelo pélvico.

La principal dificultad es la elección de la talla. Es necesario probarlos para elegir. Nos regiremos por la norma de "los tres no":

  • No se mueve
  • No se nota
  • No se cae

La sensación de llevar un pesario tiene que ser parecida a la de un tampón o una copa menstrual: la mujer no nota que lo lleva.

El prolapso es silencioso, pero previsible. Regálate una valoración de suelo pélvico. Ante un prolapso, la prevención es la mejor solución.