En lo que llevamos de año, el precio del aceite de oliva ha subido un 35 por ciento y el aceite de oliva virgen extra hasta un 227 por ciento, según el Instituto Nacional de Estadística. En la actualidad, el precio del litro de aceite de oliva supera los 9 euros y puede llegar a los 12 el virgen extra de algunas marcas. Para que te hagas una idea de la escalada de precios, en 2021 no alcanzaba los 4 euros.  

Ante esta realidad, podemos ahorrar en la compra del aceite mediante diversos trucos o recurrir a otros aceites vegetales. 

¿Cómo se puede ahorrar al comprar aceite de oliva?

  • Comparar los precios entre supermercados es una medida básica, pero la estrategia más eficaz es saltarse la intermediación de los distribuidores y supermercados, y acudir directamente a las almazaras y cooperativas de productores, que suelen tener una tienda abierta al público. El ahorro en algunos casos puede ser de hasta 4 euros por litro. En Oleista.com encontrarás un directorio con 1258 almazaras de nuestro país. Muchas de ellas tienen tienda online. 
  • Las cooperativas y grupos de consumo ecológico tienen estos contactos para conseguir el aceite virgen extra y, además, ecológico, al mejor precio. 
  • Otra opción son las tiendas especializadas que acercan el aceite de cooperativas y pequeños productores a las ciudades. Estos comercios son especialmente interesantes para conseguir aceites virgen extra de mucha calidad a buen precio.
  • Para cocinar, se puede sustituir totalmente o en parte el aceite de oliva por otros aceites vegetales.  Te contamos las características de otros 7 aceites vegetales.

7 aceites vegetales (que no son de oliva) y sus propiedades

 

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Aceite de sésamo

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Aceite de sésamo

El aceite de sésamo se trata de un aceite no refinado que se extrae a partir del prensado en frío de sus semillas.

De color amarillo cálido, con reflejos rojizos, el sabor de este aceite recuerda al sésamo crudo, que tiene la virtud de no enranciarse.

Es rico en vitaminas A, B y E, lecitina y antioxidantes como el sesamol y el sesamolinol.

Tiene efectos laxantes y emolientes, protege el hígado y la piel y refuerza la memoria. La medicina ayurveda lo usa habitualmente con fines terapéuticos.

En la cocina, resulta delicioso crudo o salteado con verduras, arroz o pasta.

Debe tomarse en pequeñas cantidades dada su pureza.

Aceite de maíz

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Aceite de maíz

Su color es amarillo, luminoso y dorado. Desprende un aroma suave a cereal fresco y un sabor dulzón.

El aceite de germen de maíz es muy rico en vitaminas A y E, calcio y hierro, siendo un buen aliado de la actividad cerebral y el sistema nervioso, además de regular el colesterol.

Por sus cualidades suaves también se utiliza como base neutra para aceites de masaje, cremas y perfumes.

Su contenido en ácido oleico lo convierte en un aceite estable para cocinar, pero es mejor tomarlo crudo para aprovechar al máximo sus virtudes.

Úsalo para realzar el sabor de las ensaladas de hoja verde, el maíz, las setas, y los platos con legumbres y hortalizas, en general.

Aceite de girasol

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Aceite de girasol

El aceite de girasol tiene un bonito color rubio pálido y un aroma y sabor marcados a pipas frescas, por lo que resulta muy aromático.

Es especialmente rico en ácido linoleico y vitamina E: una cucharada de este aceite aporta la mitad que de esta vitamina requiere un adulto diariamente.

Regula los niveles de colesterol en sangre y, aplicado externamente a modo de aceite de masaje, protege y suaviza la piel.

En la cocina, el aceite de girasol se emplea en la elaboración de mayonesas y margarinas y combina bien con quesos suaves, tofu, huevos y verduras de hoja verde, así como en panes diversos.

Es aconsejable tomarlo crudo porque soporta mal el calor.

 

Aceite de germen trigo

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Aceite de germen de trigo

De color marrón claro, el aceite de germen de trigo tiene un aroma y un sabor pronunciados, mezcla de trigo y nueces.

Además de aportar vitaminas A, D y K y minerales como el manganeso, el selenio, el cinc o el hierro, es la mejor fuente natural de vitamina E: 1 cucharada sopera cubre las necesidades diarias.

Inestimable amigo del sistema nervioso y cardiovascular, el aceite de germen de trigo combate la anemia y la fatiga.

Se utiliza sobre todo en cosmética, por sus virtudes hidratantes y regeneradoras.

Su precio elevado no lo hace recomendable para la cocina, pero con él pueden enriquecerse los mueslis, el arroz, los quesos y algunos postres.

Aceite de lino

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Aceite de lino

El aceite de lino tiene un intenso color de oro viejo claro con reflejos rojizos y un aroma de cereales y de paja que se complementa con un sabor a hierba seca.

Este aceite vegetal es uno de los alimentos más ricos en ácidos grasos omega-3.

Ejerce un efecto beneficioso sobre los sistemas nervioso, inmunitario y cardiovascular, además de aliviar afecciones cutáneas.

Por su acción sobre las prostaglandinas ayuda a paliar inflamaciones articulares como la artritis.

En cuanto a su uso culinario, combina bien con yogur, muesli, calabaza, sopas de cereales y ensaladas de legumbres.

Debe usarse en frío y guardarse en la nevera.

Aceite de nuez

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Aceite de nuez

Aunque se conoce desde la Antigüedad, el aceite de nueces ha alcanzado mucha popularidad en los últimos años por su bello y cálido color dorado, su olor fresco y afrutado y su sabor intenso a nueces verdes.

Es insaturado y rico en vitamina E, por lo que reporta interesantes beneficios para la salud cardiovascular.

Esta exquisitez culinaria se consume sobre todo en Francia y su nueva cosecha sale al mercado entre enero y marzo. 

Es excelente para preparar aliños y vinagretas y su intenso aroma es bien aprovechado por la industria repostera.

Aceite de soja

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Aceite de soja

De color amarillo pálido y claro, el aroma  del aceite de soja recuerda a la mayonesa, y su sabor al de la judía fresca. 

Es rico en vitaminas A y E y en ácidos grasos omega-3 y omega-6 en la proporción adecuada, por lo que es muy beneficioso para el corazón y el sistema nervioso.

Además contiene lecitina, una sustancia capaz de regular la tasa de colesterol en sangre. 

La industria alimentaria lo emplea en la elaboración de margarinas y es un buen complemento al aceite de oliva, siempre que sea de primera presión.

En la cocina es apreciado por su suavidad, que enriquece los platos sin enmascarar el sabor de los alimentos. Por eso es ideal para hacer mayonesa.