El verano  es buen momento para gozar de la vida (no es una casualidad que nuestras vacaciones coincidan con esta época del año) y también hacer acopio de energía para afrontar serenos y renovados una nueva temporada.

Como afirma el doctor Elson M. Hass en su libro La salud y las estaciones (Ed. EdaO), un descanso adecuado y evitar el exceso de tensión son fundamentales para poder hacer acopio de energía. A ello también contribuye significativamente el hecho de mantener una actitud mental abierta y positiva, pues ésta favorece la capacidad para sorprenderse, ilusionarse y vivir con intensidadesta estación. ¿Cómo conseguir que las vacaciones y el verano te sirvan verdaderamente para recargar las pilas? Lanzamos algunas propuestas recomendadas por especialistas de la salud que te ayudan a conseguirlo  y a disfrutar al máximo del carácter lúdico del verano.

1. Aquietar la mente

Las miles de informaciones que manejamos en el día a día y acumulamos en el "disco duro" de nuestro cerebro pueden acabar desconcertándonos y restándonos una energía importante si no sabemos hacer un alto en el camino y no sustituimos el parloteo de nuestra mente por tranquilidad y serenidad.

La investigación demuestra que a medida que se consigue una mayor quietud mental, el ritmo cardiaco se vuelve más lento, se utiliza menos oxígeno y se produce menos dióxido de carbono.

Además, las ondas cerebrales pasan de los ritmos beta propios del estado de vigilia, a los ritmos alfa, más largos, que procuran que los músculos y órganos se encuentren en un estado armonioso, adecuado para una reposición celular sin obstáculos.

Aprovechando el buen tiempo podemos realizar la siguiente meditación en plena naturaleza.Buscamos un lugar que nos atraiga de modo especial para sentarnos cómodamente. Cerramos los ojos y soltamos tensión, realizando varias respiraciones profundas.

Podemos apoyarnos en el tronco de un árbol. Tomamos conciencia de todo lo que entre por nuestro oído: el canto de los pájaros, el susurro de los árboles, el lejano ruido de un tractor...

Somos conscientes de la temperatura del ambiente: del aire, del sol en nuestro rostro y brazos, de los aromas que percibimos... Palpamos la hierba o la tierra que nos rodea, tomamos conciencia del árbol sobre el que apoyamos nuestra espalda...

Luego, abrimos los ojos lentamente y empezamos a descubrir lo que vemos alrededor, observándolo todo con el mayor lujo de detalles y sin prisas, como si lo viéramos todo por primera vez.

Mientras realizamos este ejercicio, seguramente acudirán a nuestra mente otros pensamientos cotidianos. Lo importante es dejar que entren y salgan suavemente de nuestra cabeza, como pequeñas nubes que vienen y van.

En este punto de relajación llegará un momento en que desearemos cerrar los ojos. Los cerramos y empezamos a sentir que somos una sola cosa con todo lo que nos rodea: con la tierra, con el cielo, con los árboles y plantas... siendo conscientes de que nosotros también formamos parte de esa naturaleza omnipresente que nos acoge, nos da vida y late sincronizadamente con nosotros.

2. Un baño de albahaca

Hay varios aceites esenciales que tienen la propiedad de estimular la mente, pero pocos superan al aceite de albahaca.

Un baño de agua tibia con dos gotas (no más, porque es muy potente) de este aceite ejerce un efecto reconstituyente casi inmediato.

También se puede emplear en la oficina, cuando el final de la jornada aún está lejano y el cansancio empieza a ser evidente. Verter una o dos gotas en una fuente de calor especial para esencias obrará como el mejor café pero sin que los riñones se resientan.

Otros aceites estimulantes y que también pueden utilizarse en situaciones en las que el cansancio constituya un problema, tanto en el trabajo, como en casa o en el coche, son los de romero, palo de rosa, cerillo y los aceites de cítricos: limón, naranja, bergamota y pomelo.

3. PRACTICAR CHIKUNG

El famoso maestro Wong Kiew Kit, en su libro Chikung para la salud y la vitalidad, (Ed. Urano) afirma que "a una persona que tiene poca energía se le hace difícil disfrutar de su trabajo y tampoco siente placer en los momentos de ocio. El chikung se ocupa de cultivar y desarrollar la energía para mantener la salud y la fuerza interior, lucidez mental y realización espiritual".

Dentro de este arte chino, el ejercicio conocido como "sujetar la luna" es uno de los más vitalizantes, ya que fortalece extraordinariamente la columna y masajea los riñones.

Para realizarlo nos ponemos de pie y nos inclinamos hacia delante, de tal manera que las manos caigan hasta un poco por debajo de las rodillas.

Llevamos la cabeza hacia adentro, de forma que toda la espalda forme una curva suave. Nos quedamos unos segundos esta posición y visualizamos cómo la energía vital recorre la columna hasta llegar a la cabeza.

Con un movimiento continuo llevamos el cuerpo y los brazos, suavememe estirados, hacia delante y hacia arriba, haciendo simulláneamente una inspiración suave hasta llegar a la extensión máxima.

Entonces colocamos los dedos pulgar e índice de cada mano en contacto con los de la otra, formando una luna llena por encima y detrás de la cabeza y mantenemos la postura y la respiración durante algunos segundos, mirando la luna que forman nuestros dedos.

Por último, bajamos los brazos lentamente y nos ponemos rectos, con los brazos a los lados y exhalando suavemente el aire mientras visualizamos a un tiempo cómo la energía vital fluye desde la cabeza hacia abajo en todas las direcciones como una ducha interna que arrastrara consigo la energía negativa.

4. Recorridos por la naturaleza

Pantalones cortos, bañador, una camiseta, una gorra para el sol, unas sandalias o calzado cómodo, algo ligero para comer (fruta , frutos secos, algún bocadillo), agua y una prenda de manga larga para la tarde, es todo el equipo que se necesita para salir de excursión al despuntar el día.

Los itinerarios pueden ser tan variados como nuestros gustos, pero buscar una ruta que discurra entre un pinar de costa desde el que podamos ver la playa y acceder a ella o seguir la senda de un río o un cañón de montaña, con la posibilidad de ir chapoteando y caminando a medida que avanzamos en su curso aumenta la diversión

Ya el mero hecho de ponerse a caminar a buen ritmo hace que el corazon bombee más sangre a las arterias, aumentando la oxigenación del cuerpo; que los músculos y articulaciones se ejerciten y se fortalezcan, que eliminemos toxinas a través del sudor, que reduzcamos el nivel de estrés y que disfrutemos tanto del juego en el agua como de las sensaciones de salud, placer y libertad que se experimentan cuando con los pies descalzos entramos en contacto con la arena de la playa, la hierba o las piedras del río.

5. Activar las relaciones con los amigos

Disponer de más horas de luz y de un clima más favorable incide en el estado de ánimo, mostrándonos más sociables y abiertos al intercambio.

Por ello, recuperar las relaciones con los amigos a los que hace tiempo que no vemos es una buena forma de sentirnos otra vez conectados y en sintonía con el mundo.

Llamarles un día para comer o invitarles a venir a casa son actos más trascendentales de lo que aparentemente se puede pensar, ya que cuando nos encontramos con personas afines, con las que nos sentimos cómodos y felices, podemos contarles lo que pensamos, entregando parte de nosotros mismos.

Escuchamos y somos escuchados, amamos y somos amados. Deseando lo mejor para el otro estamos recibiendo lo más valioso para nosotros mismos, en claves de atención, cariño, consideración, empatía...

Nuestros amigos nos reconfortan y nos alegran la vida. Son, por tanto, un estímulo importante que merece la pena cuidar.

6. Respirar en profundidad

Respirar es un acto inconsciente controlado por el sístema nervioso autónomo, al igual que la sudoración y los latidos cardiacos.

La forma en que respiramos incide sobre nuestra energía. La explicación es la siguiente: cuando inspiramos, el aire penetra en el cuerpo a través de los vasos sanguíneos de los pulmones.

Desde allí el oxígeno viaja por las arterias hasta los vasos capilares, que permiten que el oxígeno y los nutrientes pasen al tejido corporal para alimentar a las células.

El dióxido de carbono resultante y otros residuos son transportados entonces al corazón a través de las venas, y desde el corazón la sangre regresa a los pulmones para proveerse de oxígeno.

El frenético ritmo de vida que llevamos dificulta el proceso debido a que respiramos de forma superficial, lo que afecta al cuerpo, que pierde vitalidad y puede enfermar.

Para mejorar la respiración conviene tumbarse de espaldas con los pies en el suelo, las rodillas flexionadas, los ojos cerrados y una mano en el vientre, por encima del ombligo, sintiendo cómo sube lentamente el vientre al inhalar el aire por la nariz.

7. Estirar el cuerpo

El buen tiempo invita a tomar conciencia del cuerpo porque nos sentimos más expansivos aunque. a menudo agarrotados.

Los estiramientos resultan muy útiles para desplegarse y dejar que la energía fluya por las articulaciones y músculos libremente, lo que mejora la postura, más erguida y suelta, y el ánimo.

Al estirarnos, la columna y los músculos adyacentes ganan flexibilidad y se tonifican y los órganos internos se oxigenan mejor

Un ejercicio útil consiste en ponerse de pie con los pies juntos y los dedos hacia adelante, intentando suavemente que las manos toquen las puntas de los pies.

8. tener una ACTITUD POSITIVA

Aunque todos atravesamos momentos de crisis, estrés y desesperación, nuestro nivel de energía depende directamente de cómo afrontamos la vida ante los múltiples retos que se nos presentan.

Por lo general son mucho más felices y disponen de una mayor fuerza interior aquellas personas que se centran mas en la resolución de los problemas que en hundirse en ellos creando un círculo depresivo del que es difícil salir.

Mantener una actitud positiva ante los diferentes contratiempos requiere trabajar aspectos tan diversos como la responsabilidad sobre la propia vida, la empatía con los demás, la paciencia, la tolerancia, la ecuanimidad y, sobre todo, el sentido del humor.

Si nos distanciamos y nos reímos un poco más de nosotros y también de los problemas, quizá podamos ver que en realidad nada es tan importante como para dejarnos abatidos, preocupados y exhaustos tanto física como psicológicamente, y que cada situación, incluidas las más duras, nos invita a dar lo mejor de nosotros mismos.

Vivir cada día como si fuera el último, maravillándonos del sol que nos arropa con su calor, del privilegio de poder oler, tocar saborear, ver, besar, reír y amar tantas cosas que nos han sido regaladas en el espectáculo de la vida es una opción que, por suerte, siempre estamos a tiempo de elegir.

De ello dependen nuestra energía y nuestra longevidad.