David Servan-Schreiber es profesor de psiquiatría de la Universidad de Pittsburgh y de la Universidad de Lyon y lleva décadas investigando el cerebro humano.Defiende la necesidad de conectarse con las emociones más íntimas para recuperar el equilibrio y curar la enfermedad.

David Servan-Schreiber,  profesor de psiquiatría de la Universidad de Pittsburgh y de la Universidad de Lyon que lleva décadas investigando el cerebro humano es autor de "Curación emocional", traducido a 15 idiomas, que algunos consideran la continuación de la revolucionaria Inteligencia Emocional de Daniel Goleman. Argumenta en el libro –apoyándose en estudios científicos– que para curar las enfermedades es necesrio conectarse con las emociones más íntimas.  

Para conseguirlo propone siete métodos naturales que permiten hacer frente al estrés, la ansiedad y la depresión, causa de la mayoría de patologías, entre ellos están la integración neuroemocional mediante movimientos oculares (EMDR), la regulación del ritmo cardiaco, el ejercicio físico y la aportación de ácidos grasos omega 3.

–¿El cuerpo posee mecanismos de autocuración a nivel psíquico?
–Del mismo modo que cuando me corto cocinando resulta mágico contemplar cómo al cabo de unas horas casi no queda rastro de la herida, estos mecanismos de autocuración también existen en nuestro cerebro emocional.

Un estudio realizado por la Universidad de Duke ha demostrado que 20 minutos de marcha rápida tres veces por semana tienen el mismo efecto contra la depresión que cualquier antidepresivo moderno. Necesitamos una medicina que cure, pero que también respete la integridad del ser humano. 

–¿La práctica médica puede seguir dando la espalda a las emociones?
–Antonio Damasio, uno de los neurocientíficos más prestigiosos, ha escrito un libro que marca un antes y un después porque en él describe lo que es una emoción. Una emoción podría considerarse en parte un pensamiento, pero implica sobre todo un estado fisiológico corporal asociado a un determinado ritmo cardiaco, una determinada tensión arterial, una segregración hormonal, una tensión muscular específica...

El cuerpo toma ante ella una configuración particular. La emoción se erige en el jefe de toda la orquesta, a su señal el cuerpo entero se somete a ella. Con esto quiero decir que las emociones tienen un enorme poder sobre el cuerpo y está claro que reconocerlas, trabajar con ellas, tendrá un importante impacto sobre el estado físico.

"Ante cada emoción el cuerpo toma una configuración particular."

–¿Todas las enfermedades tienen un componente emocional?
–Se calcula que entre el 50 y el 75 % de las consultas están motivadas por el estrés, la depresión y la ansiedad. Pero es difícil determinar con precisión si todas las enfermedades tienen un origen emocional. Lo que está demostrado es que el estrés desempeña un papel muy importante en la segregación de hormonas como el cortisol, responsable de la mayoría de procesos inflamatorios. Hoy se estudian las grandes causas que originan las enfermedades que comportan mayor mortalidad y morbilidad en las sociedades occidentales.

Se ha visto que las cinco enfermedades que causan mayor mortalidad y morbilidad (los trastornos cardiovasculares, el cáncer, el Alzheimer, la artritis y la depresión) todas tienen en común en su origen fenómenos inflamatorios y el estrés alimenta directamente la inflamación. ¿Significa eso que las emociones son la principal causa de enfermedad? No es tan simple: la alimentación también puede erigirse en una enorme causa de inflamación.

Combatir el estrés y controlar el miedo

–¿Cómo influyen las emociones sobre el sistema inmunitario?
–Todo lo que ocurre en el cerebro emocional se refleja en el sistema inmunitario. En la superficie de las células del sistema inmunitario hay unos receptores que reciben la misma información que llega al cerebro a traves de los neurotransmisores. Así todo lo que ocurre en el cerebro emocional influye directamente sobre el sistema inmunitario, que a su vez comunica su información al cerebro emocional.

–En su libro publica los resultados de un estudio que revela que un 70% de los ejecutivos se encuentra cansado y el 50% agotado. ¿Se puede controlar el estrés?
–Los métodos naturales de los que hablo en mi libro están destinados a controlarlo: hay que cuidar lo que podríamos denominar "coherencia cardiaca", una alimentación equilibrada, despertarse con el aparato de simulación del amanecer, hacer ejercicio, controlar la comunicación afectiva y realizar una correcta gestión de los conflictos. Es increíble lo que nos pesa no saber gestionar los conflictos correctamente.

–¿Deberíamos abordar estos conflictos con más educación y menos pastillas?
–Sin duda. Ya en la escuela se debería enseñar a los niños a gestionar los conflictos con menos violencia. El problema es que los adultos tampoco sabemos qué decir a los niños. Hay tradiciones y culturas completamente antifuncionales. Cuando dentro de 50 años contemplemos la forma en la que hoy afrontamos los conflictos nos preguntaramos cómo era posible ser tan ignorantes.

¿Qué tratamiento aconseja ante un ataque de pánico?
–En los ataques de pánico hay que controlar la respiración para controlar la fisiología, así que en ellos respetar la coherencia cardiaca resulta fundamental. Si estamos ante una persona que ha vivido un episodio traumático, como podría ser el ataque de pánico que surge después de un accidente, de un despido o ele una pérdida afectiva, entonces el EMDR constituye un tratamiento esencial.

Esta terapia funciona muy bien a la hora de tratar las consecuencias o síntomas derivados de un traumatismo emocional. También el ejercicio físico es muy útil para aliviar cualquier trastorno de ansiedad porque ayuda regenerar la coherencia cardiaca.

Utiliza el EMDR para tratar los traumas. ¿En qué consiste?
–Se pide a la persona que recuerde la escena que haya resultado particularmente traumática mientras sigue con los ojos el movimiento de la mano. Los recuerdos vuelven y las emociones son revividas por su mente y por su cuerpo. Durante 30 segundos debe darse cuenta de lo que siente sin obligarse a más. Después el terapeuta pregunta qué ha sentido y el paciente va hablando.

Tenemos una fotografía sobre los ojos de lo que ocurrió pero en ese momento la zona del lenguaje no existe, queda paralizada. Por eso cuando simplemente se pregunta a la gente por lo que pasó contestan: "No hay palabras para describir lo que ocurrió". La primera vez que vi llevar a cabo esta técnica me pareció un tratamiento sin sentido. Sin embargo, funciona. A través de los sueños también trabajamos sobre las vivencias difíciles, equivaldría a una limpieza del "disco duro". Mientras se sigue un objeto con los ojos se dispara el mismo mecanismo de "digestión" de las vivencias difíciles del cerebro.

¿Qué papel juegan las lágrimas en la curación emocional?
–Seguro que cumplen una función, pero no hay estudios sobre ello. Yo creo que desempeñan un papel en la "digestión" de las emociones. Lo que observamos cuando trabajamos con el EMDR es que algunas personas lloran y otras no durante la terapia, pero que funciona en cualquier caso. No puedo contestar a su pregunta.

Asegura que el equilibrio depende de conseguir que el cerebro cognitivo y el cerebro límbico convivan en armonía. ¿Se pueden armonizar en las relaciones de pareja?
–El equilibrio emocional que buscamos todos reside fundamentalmente en un equilibrio entre el cerebro límbico y el cerebro cognitivo. Imagine que nos dejamos llevar solamente por nuestras emociones sin que el cerebro cognitivo desempeñe función alguna. Sería como estar en un barco en alta mar con un motor que va a tope, pero que no tiene timón. Es decir, va a cualquier sitio y hace cualquier cosa. No es algo deseable. Pero si tienes un timón, pero no funciona el motor, tampoco vas a ninguna parte. Necesitamos de ambos... Hay que procurar vivir equilibrando lo más posible los dos cerebros. En las relaciones afectivas resulta mucho más complicado y tengo que confesar que para eso tampoco tengo una respuesta.

 

Decidir con el corazón

–Asegura que se deben tomar más decisiones con el corazón. ¿Cómo se puede conseguir?
–Una vez nos conectamos con el corazón las cosas se sienten de forma distinta y así pueden tomarse decisiones diferentes. Antes de decidir algo importante hay que ponerse en un estado de coherencia cardiaca y en este estado de paz interior volver a analizar la situación para ver si la vemos de una forma distinta. Al principio ayuda aislarse. Métodos como el yoga, el tai-chi y la meditación también consiguen establecer esta coherencia cardiaca.

Si realizamos un electrocardiograma en estado normal las curvas que describen los movimientos cardiacos no tienen ninguna lógica, mientras que cuando nos relajamos, respiramos lenta y profundamente y nos concentramos en lo que ocurre en nuestro interior, poco a poco, los ritmos del corazón se mueven de forma coherente. Cuando estás en ese estado de coherencia cardiaca sientes una gran paz interior, una especie de calor y una ligereza en el pecho. Si siento placer al hacer algo, estoy en la buena dirección, si no pronto seré presa del estrés y la tensión. La coherencia cardiaca surge de la serenidad y esta variabilidad cardiaca mide también la longevidad. Cada año perdemos un 3 %. Se ha comprobado que los medicamentos reducen también la coherencia cardiaca, mientras que técnicas como el yoga y el tai-chi la aumentan.

Mirar al interior permite encontrar la armonía. ¿Estamos poco acostumbrados a hacerlo?
–Creo que en la vida hay tres fuentes de sentido. La primera es la de estar conectado con nuestro cuerpo, sin embargo veo cada día más gente desconectada de él. Esto las lleva a necesitar cada vez estímulos más fuertes e intensos para poder sentir. Para tener sensaciones se recurre así al alcohol y a otras drogas, a los deportes de riesgo... Necesitan un estímulo exterior continuo. Cuanto más conectados estamos con nuestro cuerpo más sensibles somos a cualquier sutileza. Cualquier cosa que ocurre mientras hablamos, mientras estamos con alguien, nos llega y entonces la vida se vuelve cada vez más rica.

La segunda fuente de sentido pasa por sentirse cercano a la gente que nos rodea: tener una buena relación de pareja, relaciones con los hijos, con los padres, la familia, con la gente del trabajo... Las relaciones son esenciales para dar sentido a nuestra vida.

La tercera cosa es comprometerse con la comunidad en que se vive, porque sentir que lo que se hace tiene un impacto positivo sobre la comunidad da sentido a la existencia y nos hace sentirnos mejor con nosotros mismos, por tanto, más felices.

Hay una cuarta fuente de sentido: la relación con lo divino o gozar de una dimensión espiritual. Está claro que hoy nos falta una dimensión espiritual. Cuanto más se quiere vivir de espaldas a la naturaleza sin depender de ella, más se pierde la dimensión espiritual. Por eso creo que los norteamericanos están más conectados con una dimensión espiritual que los europeos. En Estados Unidos hay más espacios abiertos y mucha gente vive aún en contacto permanente con la naturaleza. El contacto con la naturaleza es una fuente constante de espiritualidad. Además, depender de la naturaleza nos recuerda que no somos tan poderosos como creemos ser.

–¿Cómo influyó en su carrera conocer de cerca la medicina tradicional tibetana?
–Fue gracias a esta medicina que me di cuenta de que existía un sistema médico completarnente diferente al que yo había estudiado. Para el sistema médico occidental la medicina tradicional tibetana no tiene ningún sentido, sin embargo los tibetanos son muy inteligentes y a ellos su medicina les funciona muy bien. Conocerlos es admirarlos. Entonces, cuando te dicen que su medicina funciona, podrías decirte: "¡Ah!, lo que pasa es que en esto están completamente equivocados". Sin embargo lo lógico es que los aceptes en su conjunto. Su medicina no arregla como nuestra medicina un brazo roto ni cura un infarto, pero para curar trastornos crónicos funciona mejor que nuestro sistema médico.

Tenemos una medicina fantástica para las crisis, pero nada funcional a la hora de resolver las enfermedades crónicas y problemas de fondo.

La alimentación mediterránea y la japonesa que se recomiendan por la calidad de sus grasas, ¿pueden ser también mejores para el estado de ánimo?
–Francamente no hay estudios que permitan contestar a esta pregunta de forma contundente. Ningún estudio confirma que cuando se modifica la alimentación se produzca un cambio sobre el estado de ánimo. Sobre lo que existen estudios concluyentes es sobre los efectos de los ácidos grasos omega 3. Las poblaciones que consumen una mayor cantidad de omega 3 registran un índice menor de depresiones.