Son muchos los beneficios de practicar mindfulness y todos son positivos para la salud física y la salud mental. La práctica de la meditación guiada es realmente una herramienta útil y efectiva para tener menos estrés, más capacidad de atención, más calma mental, y afrontar el día a día de forma más serena.

Pero hay muchos tópicos acerca de qué es realmente meditar y qué no. El doctor Steve Laureys, neurólogo belga reconocido internacionalmente por su estudio clínico y científico de la neurociencia de la conciencia, acaba de publicar el libro Medita. Una guía científica y útil para practicar la meditación” (RBA), donde desmitifica muchos tópicos a cerca de lo que se dice que es meditar.

Alejar pensamientos intrusivos, relajar la mente y no pensar en nada, dejarla en blanco, practicar la postura del loto… ¿Es necesario hacer toto esto para estar en modo mindfulness? Es lo que nos cuenta este famoso neurólogo especialista en meditación en su nuevo libro.

8 cosas que pensabas que necesitabas para meditar (y no)

Hay muchos tópicos sobre lo que se dice que es meditar. El doctor Steve Laureys nos aclara qúe es lo que no necesitamos para meditar (y lo que no):

1. No necesitas adoptar posturas raras para meditar

El primer tópico que aborda el doctor Laureys es el de la postura que se supone que deberíamos adoptar mientras meditamos. Aunque la posición del loto es la más famosa (la que nos sentamos con las piernas cruzadas, las manos sobre las rodillas, las palmas hacia arriba, el pulgar y el índice formando un círculo y la mirada al frente, hacia el horizonte.), olvidaos de ella.

Nos dice el experto que la meditación no requiere ninguna postura ideal, ni tampoco la exige. A pesar de que la posición del loto es la clásica en la tradición budista, no es obligada para meditar. Podéis elegir estar sentados, acostados, de pie o incluso andar de arriba abajo. Elige la que mejor se adapte a tí.

2. No necesitas no pensar en nada para meditar (justo lo contrario)

El objetivo de la meditación no es ni desconectarnos del mundo ni tampoco no pensar en nada, sino todo lo contrario: consiste en estar completamente concentrados, aunque sea solo durante unos segundos.

La meditación nos enseña a estar atentos y a ser más conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor, centrando nuestra atención en un objeto y abriendo nuestra mente a todos los estímulos que experimentamos en el momento. En este artículo puedes leer cómo hacerlo.

Aquí tienes una meditación guiada en vídeo para entrar en modo Zen:

3. No necesitas seguir una religión para meditar

Cuenta el doctor Steven Laurys en su libro Medita. Una guía científica y útil para practicar la meditación” (RBA) que cuando conoció al Dalai Lama, le preguntó qué le parecía más importante: rezar o meditar. Su respuesta fue muy clara: "Meditar, por supuesto", porque, si no lo hiciéramos, no sabríamos a quién o qué venerar.

El budismo no nos ofrece ningún dios que nos guíe; debemos descubrir nuestro propio camino. Las formas modernas de meditación que solemos practicar más a menudo en la actualidad están inspiradas en las tradiciones orientales, pero se han adaptado para encajar con los objetivos occidentales. Por tanto, no hace falta ser budista, hindú o místico para recoger sus frutos. Podemos practicar meditación independientemente de las creencias o las convicciones religiosas que tengamos.

Concluye el autor: "La meditación no es algo en lo que hay que creer, sino algo que hay que hacer".

4. No necesitas soñar despierto para meditar

Para un científico como Laureys, términos como «campo energético», «aura» o «conciencia cósmica» necesitan de un significado, de una base científica, y cuando habla de estos temas con el monje y doctor en genética Matthieu Ricard y sus colegas de la India o de China, siempre distinguen muy bien entre estas definiciones y significados distintos.

La meditación puede añadir un ritual importante a la experiencia espiritual que vive cada persona. El director de cine David Lynch lo expresó de forma muy convincente cuando me dijo: «Lo bueno de la meditación es que cada vez te conviertes más en ti mismo». Así que no debería preocuparos meditar de la forma que más os encaje y os guste.

5. No necesitas una rutina para meditar

Dice un antiguo proverbio zen: “Si no tienes tiempo para meditar veinte minutos, entonces hazlo una hora”. Sin embargo, el doctor Laureys señala que, a su modo de ver, esto no significa que se deba dedicar tanto tiempo a la meditación diaria, ni tampoco que se tenga que meditar de un modo concreto, o en un lugar o una hora determinados; y que a veces medita diez minutos diarios y otras va a retiros en los que hace meditaciones de varias horas seguidas. De hecho, incluso hay meses en los que no dispone de tiempo para meditar —o mejor digamos que no se toma el tiempo para hacerlo—, como nos ocurre a tantos.

La meditación es un viaje personal que cada uno debe diseñar a su propia medida. Podéis practicarla donde y cuando queráis, y del modo que más os convenga. ¡Y cinco minutos siempre es mejor que ninguno!

"Del mismo modo, soy un apasionado defensor de la meditación «informal", dice el doctor Steve Laureys. "En cualquier momento del día podéis inhalar y exhalar con plena conciencia varias veces y, así, tomaros un pequeño descanso sin hacer nada especial. Puede que queráis reflexionar acerca de lo que estáis haciendo y disfrutarlo plenamente; puede que queráis observar lo que estáis experimentando sin emitir ningún juicio; o que simplemente queráis evaluar vuestras emociones", concluye.

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6. No necesitas venerar a gurús para meditar

Es evidente que hay un buen número de personas que inspiran admiración, como Matthieu Ricard y el Dalai Lama. Sus vidas son sus mensajes, como también fue el caso de Gandhi, Martin Luther King, la madre Teresa o el padre Damián Veuster.

Pero dejar que estas personas nos inspiren no significa que las sigamos, que confiemos en ellas o que las queramos ciegamente, dice el autor del libro Medita. Una guía científica y útil para practicar la meditación” (RBA). Y añade: “La meditación también tiene que ver con saber cómo pensar de forma crítica. ¡No os dejéis llevar! Confiad en vuestro instinto y no sigáis a un gurú sin cuestionaros lo que hace. Sed los dueños de vuestros pensamientos y vuestra mente”.

7. No necesitas ser un especialista para poder meditar

Todos nos enfrentamos a la meditación en algún momento, aunque no siempre seamos conscientes de ello. Tendemos a olvidarnos de la capacidad de concentración que desarrollamos durante nuestra niñez, pero recuperarla es un pilar fundamental del mindfulness.

No todos nos sentamos en la posición del loto para respirar con conciencia, pero muchos hacemos ejercicios de conciencia a diario, sin darnos cuenta. Pensad en el gourmet que disfruta de su cena gastronómica, en el amante de la música que se deja llevar por su pieza pre- ferida, o en el nadador que da sus brazadas completamente concentrado.

Pensad en el niño que erais cuando descubríais y observabais el mundo con toda vuestra atención. Todos los niños practican meditación mindfulness en cierto modo: todos son extremadamente conscientes de lo que ocurre en el momento. La meditación, por tanto, no es solo para especialistas que siguen rituales místicos y hacen ejercicios complicados. Es inherente a todos los aspectos de la vida.

8. No necesitas saber mucho sobre meditación para meditar

Los libros, los vídeos y las aplicaciones para hacer meditaciones guiadas pueden serviros de guía, informaros sobre los beneficios de la meditación o facilitaros algunos trucos y consejos. ¡Se ha escrito tanto sobre la vida contemplativa que podríais pasaros la vuestra leyendo sobre ello! Pero puede que lo más inteligente sea dejar a un lado toda esa información y poner toda la atención en la respiración.

Así lo cuenta el doctor Laureys: “Yo mismo he observado que experimentar el mindfulness no tiene nada que ver con leer acerca de él o con hablar de ello con los demás, del mismo modo que leer sobre los últimos kilómetros de la maratón no se parece en nada a correr en ella. ¡Tenéis que probar la meditación y experimentarla personalmente para daros cuenta de ello!”.

Entonces, ¿qué necesitamos para meditar?

Para explicar con palabras lo que es la meditación, el autor del libro Medita. Una guía científica y útil para practicar la meditación” (RBA) recurre a una comparación: la meditación es como el ejercicio, pero se trata de un tipo de ejercicio pensado para el cerebro. Del mismo modo que «ejercicio» es un nombre que se refiere a distintos tipos de deportes, como correr o hacer pesas, «meditación» es un nombre común que denomina a distintos tipos de ejercicio mental.

Como consecuencia, como ocurre con el ejercicio físico, es posible elegir una forma de meditación y practicarla a distintos niveles. Así pues, mi forma de meditar me parece bastante recreativa, mientras que la meditación practicada por Matthieu Ricard lo coloca en una liga totalmente diferente (la de un campeón olímpico).

Así, en la práctica, unas veces con unos pocos ejercicios físicos ligeros bastará, mientras que otras tendremos la necesidad de hacer un entrenamiento intenso de dos horas en el gimnasio para sudar la gota gorda. Un día, puede que nos satisfaga un sencillo ejercicio de meditación informal que no dure más que unos segundos, pero otro tal vez necesitemos veinte minutos de meditación consciente.

Meditar es dedicar atención al ejercicio, al desarrollo y a la salud del cerebro y la mente para entender mejor cómo funcionan y disfrutar de una mayor sensación de bienestar mental y felicidad. Así de simple.

Medita, una guía científica y útil para practicar la meditación

Como neurólogo, el objetivo del doctor Steven Laureys en el libro Medita. Una guía científica y útil para practicar la meditación” (RBA) es mostrar de qué forma puede la meditación complementar su práctica médica como terapia preventiva y curativa.

En el libro se ofrece una introducción exhaustiva a la meditación con la respiración, el mindfulness y la meditación de la bondad amorosa.

En palabras de Matthieu Ricard: “ El objetivo de la meditación es suavizar la mente y volverla más manejable para que podamos decidir concentrarnos o relajarnos y, lo que es más importante, para que nos liberemos de la tiranía de las angustias y la confusión mental”. ¡Feliz práctica!