En verano solemos comer másensaladas saludables. Con el calor apetece más, aunque deberíamos comerlas todo el año ¡son platos que pueden ser muy completos!

Si lo que te tira para atrás es que no te convence el resultado de tus ensaladas, te da pereza porque al final quedan sosas, no sabes cómo mejorarlas o cómo sacarles partido, echa un vistazo a estos consejos para poder hacer una ensalada perfecta.

1. Pon la lechuga mustia en agua fría

Si tienes hojas de lechuga mustias, sumérgelas en agua fría unas horas. Recuperarán vigor, color y tersura. Es posible que si tienen partes muy dañadas (por ejemplo, los bordes de las hojas), estos no se recuperen, pero el resto de la hoja sí.

Sucede lo mismo por ejemplo con las hojas de apio, con la zanahoria, cebolla, rábano, etc. Como puede tardar hasta 6 horas en mejorar, hazlo en cuanto te percates del problema. Así lo tendrás listo para la próxima ensalada.

2. Escurre con la centrifugadora de verduras

Puede que te parezca un trasto más, pero es la clave para lavar bien y escurrir perfectamente la lechuga y otras verduras que vayas a poner en la ensalada. La mayoría son manuales y las hay de diferentes materiales. Duran muchos años.

El cestillo de la centrifugadora te sirve para lavar la verdura bajo el grifo. Después lo metes en el aparato y lo haces girar con la manivela que tendrá en la parte superior. Esto funciona como la centrifugadora de la lavadora: a base de darle vueltas rápidamente las gotas de agua salen despedidas al recipiente exterior y tu verdura queda fresca, no mojada.

Si te gustaría que tus ensaladas quedasen tan bien como las de bolsa, usa este utensilio.

3. Pon en remojo la cebolla para que no huela

La cebolla queda muy bien en la mayoría de ensaladas pero puede resultar pungente y darnos aliento con el aroma de esta hortaliza. Para evitarlo corta la cebolla y déjala en remojo al menos 10 minutos en agua con unas gotas de limón o vinagre.

Después escúrrelo muy bien, lávalo, sécalo con papel de cocina y úsalo en tus ensaladas. Puedes dejar cebolla cortada en remojo en la nevera en un recipiente bien cerrado para tener siempre que quieras.

4. El pepino, en agua con vinagre (para que no repita)

Algunas hortalizas como el pepino vienen muy bien para ensaladas veraniegas, pero es cierto que a algunas personas les resulta pesado o se les repite. La solución es tan sencilla como en el caso de la cebolla: dejar en remojo con agua y pizca de vinagre, y también con un poco de sal.

El amargor de las berenjenas también se quita así, salando y lavando, o sumergiendo en agua con sal y vinagre y lavando. En el caso de los pepinos necesitarás unos 10 minutos, con las rodajas o trozos ya cortados (sin piel, preferiblemente), pero puedes dejar cortados y en remojo en la nevera para usar en otro momento.

5. Prepara un aliño casero y delicioso

Por mucha variedad de nombres raros que pongan en los aliños envasados, al final casi todos llevan lo mismo o lo puedes hacer tú en casa por mucho menos dinero y a tu gusto.

Un buen aliño es por ejemplo tahini con limón, una pizca de aceite de oliva y una pizca de sal. Aunque no tenga nombre. No solo está muy bueno si no que el tahini es muy rico en calcio, y eso mejora nuestra ensalada (a nivel nutricional).

Si te gustan los aliños dulzones prueba a usar vinagre de arroz, que es dulce de por sí sin azúcares añadidos. También puedes batir el vinagre con frambuesas para hacer vinagreta de frambuesas, o con otra fruta que te guste y quede bien, por ejemplo manzana.

Si no quieres complicarte la vida, usa el aceite de oliva virgen extra de toda la vida y un vinagre o zumo de limón con semillas de lino trituradas o machacadas para un extra de omega-3.

También vale usar yogures vegetales sin azucarar para hacer aliños, o mantequillas de frutos secos.

6. Usa el pelador

Para más colores y texturas, corta hortalizas que se puedan comer crudas con el pelador de verduras, así tendrás cintas o tiras rápidas y frescas. Por ejemplo hazlo con las zanahorias, que es lo más fácil.

Con un espiralizador puedes añadir noodles de calabacín (no necesitan cocción), y con un cortador en juliana (hay peladores que tienen también cuchillas para esto), rallar rápidamente pimientos ojos, pepinos, manzanas u otras frutas.

7. Añade legumbres

Las legumbres cocidas son una gran fuente de proteínas vegetales. Si tienes garbanzos, lentejas, judías, edamames, etc., puedes poner un buen puñado en tu ensalada. Solo tienes que escurrirlas y añadirlas (ya cocidas, claro), no necesitan ninguna preparación especial.

Si quieres puedes poner también derivados de legumbres, como tofu o tempeh, pero lo más rápido y barato siempre será usar las legumbres cocidas que tengas a mano.

8. Masajea tu col kale

Ahora que la venden en casi todas partes es fácil comprarla y usarla, pero sigue teniendo un sabor un poco fuerte y una textura un poco entera para una ensalada, que esperamos más suave y tierna. No pasa nada. Solo necesita un masaje.

Parece una estupidez, pero poner la kale (ya sin troncos) en un bol, untarse las manos de aceite de oliva y darle un
masajito (como si estuvieras jugando con una masa de pan, pero sin hacer mucha fuerza) ayuda a romper parte de su estructura, hacerla más tierna y que libere compuestos volátiles que después no notaremos al comerla.

Con 3 o 4 minutos (para una cantidad grande, como una bolsa entera) es suficiente. Tu paladar te lo agradecerá.