Al llegar el final del verano, se suele retornar a la rutina.  En este cambio de estación es bueno prestarle atención a la piel, reparar cualquier daño causado y prepararla para el otoño e invierno.

¿Por qué la piel sufre en verano?

La piel está compuesta principalmente por tres capas: dermis, epidermis y tejido adiposo. Es el órgano más grande del cuerpo. Debido a sus múltiples funciones hay que cuidar de ella tanto por dentro como por fuera. Esto le otorgará belleza y salud, además de una protección sin igual.

Durante el verano es casi irremediable que el sol dañe la piel, aunque también es cierto que los rayos solares, tomados con prudencia, dejan un bonito color bronceado que no tiene por qué mermar la salud.

El sol hace que la piel envejezca de forma más rápida, lo que se demuestra prematuramente en la cara y las manos, zonas que están siempre expuestas a sus radiaciones.

Aunque es cierto que a finales de la época estival la intensidad del sol es menor, no se debe descuidar el uso de protectores solares. Además, tras el verano, algunos sencillos consejos pueden ayudarte a recuperar la buena salud de la piel.

1. Exfolia la piel 

Si se quiere restaurar la piel después del verano resulta imposible no considerar dos términos fundamentales: exfoliación e hidratación.

La exfoliación consiste en eliminar las células muertas y dañadas que dan a la piel ese aspecto grisáceo, tan poco atractivo. La exfoliación se puede realizar de dos maneras.

  • Si tu piel sigue quemada, no la exfolies pero tampoco te olvides de hidratarla.
  • Nunca intentes arrancarte la piel que se está pelando. Si te molesta, exfoliala con mucho cuidado e hidrátala continuamente. La piel debe seguir su ciclo natural, sin apresurarse.

 

EXFOLIACIÓN SECA

Se puede llevar a cabo con un guante de crin, un cepillo apropiado para ello o incluso con la misma arena de la playa.

Debe hacerse suave y ligeramente, una vez en semana. Al realizarse en seco se debe tener especial cuidado. No hay que frotar la piel bruscamente.

Esta exfoliación está indicada para las pieles que están todavía pelándose. Es muy importante no hacerla nunca en la cara.

EXFOLIACIÓN HÚMEDA

Se puede hacer en la ducha o en el baño. Pueden usarse esponjas rugosas o productos exfoliantes suaves y apropiados para cada tipo de piel. Tras la exfoliación es importante nutrir bien la piel.

BAÑO EXFOLIANTE

Exfoliar el cuerpo y la cara son acciones bien diferentes.

Exfoliar el cuerpo entero puede ser una tarea algo complicada. La mejor manera es mediante un baño

Se necesitan 3 cucharadas de aceite de almendras dulces, sal marina gruesa y una crema hidratante.

Llena la bañera con agua caliente y añade el aceite de almendras. En un recipiente pon dos o tres puñados de sal.

Una vez dentro del agua, coge un puñado de sal y frota la piel suavemente haciendo círculos, especialmente en las zonas más rugosas y dejando la cara sin exfoliar.

Se puede vaciar la bañera y enjuagar toda la sal mediante una ducha fría.

Se debe secar el cuerpo vigorosamente y se aplica una hidratante.

EXFOLIANTE FACIAL

La cara requiere una exfoliación suave.

Mezcla leche con germen de trigo hasta formar una pasta de consistencia gruesa. Añade una cucharadita de miel y mezcla vigorosamente.

Aplica en la cara húmeda haciendo movimientos circulares ascendentes sin estirar la piel.

Una vez aplicada en la cara y el cuello, se aclara con agua templada. Se aplica una hidratante.

2. Hidrata en profundidad

Durante todo el año, pero sobre todo tras el verano, la piel necesita mantenerse nutrida e hidratada.

La sequedad que producen las actividades veraniegas hacen que la piel se tense y se deshidrate. Esto provoca la aparición de arrugas muy marcadas.

Si la piel se mantiene hidratada se volverá elástica y más flexible, previniendo así las arrugas prematuras.

La aplicación de algunos productos naturales pueden ayudar a recuperar el nivel hídrico de la piel.

Con una mascarilla a base de avena, aceite de almendras dulces y una cucharada de yogur aplicada durante 15 minutos se consiguen resultados sorprendentes.

Al margen de las cremas y mascarillas, de aplicación externa, es necesario beber gran cantidad de agua al día.

Las zonas más delicadas

Las zonas que durante el verano se han visto más maltratadas son las que ahora se deben cuidar con más mimo.

MANOS

Como siempre las manos necesitan un cuidado especial. Se pueden exfoliar las manos a la vez que el resto del cuerpo, pero después es importante usar una buena crema nutritiva que las prepare para la llegada del otoño y el invierno, una época en la que sufren especialmente las inclemencias del tiempo.

PIES

En verano, las piscinas son los enemigas más claros de los pies. Es importante comprobar que no se tienen hongos, muy típicos del verano. Si se detectan, deben tratarse inmediatamente.

Para exfoliar los pies conviene hacerlos con productos especiales. Las durezas de los dedos y el talón pueden limarse con piedra pómez.

CONTORNO DE LOS OJOS

Esta piel tan fina carece de la protección de otras zonas. No debemos frotarla nunca, por lo tanto, el uso de exfoliantes no es aconsejable.

Se puede usar una crema antiarrugas especial para la zona, lo que la nutrirá e hidratará en abundancia.

CUELLO Y ESCOTE

El cuello y el escote son los eternos olvidados. Están tan expuestos al medio como la cara y las manos, pero no se benefician de los cuidados y cremas especiales de estos últimos.

El cuello y el escote son, junto con las manos, las zonas que delatan la verdadera edad de una persona.

Si al lavar e hidratar la cara incluimos cuello y escote podremos lucirlos tersos durante mucho tiempo.

LABIOS

Se cortan fácilmente por estar expuestos a las inclemencias del tiempo y por carecer de glándulas sebáceas.

No se debe olvidar usar protección solar.

También se puede aplicar un poco de aceite vegetal antes de acostarse. Los de oliva, almendra y sésamo funcionan mu bien.

CABELLO

El pelo, igual que la piel, se deteriora especialmente en verano. Las fuertes radiaciones solares, la sal marina y el cloro de las piscinas lo dañan y deshidratan.

Unos cuidados sencillos pero adecuados pueden ser suficientes para repararlo. Una mascarilla a base de aceite de aguacate o de aceite de coco y yogur (a partes iguales) nutre el cabello en profundidad. Se deja actuar una media hora y se aclara.

3. Analiza el estado general de tu piel

En verano, el cloro y otros químicos de las piscinas resecan la piel, también lo hace la salada brisa del mar. Además, la excesiva exposición solar causa daños en las dos primeras capas de la piel.

Los rayos UVA llegan a la dermis y son los responsables del bronceado, aunque también producen quemaduras. Los UVB se quedan en la epidermis y son los que pueden llegar a producir cáncer de piel.

Las diversas capas que forman la piel son las que la protegen de las agresiones ambientales. La primera es la capa córnea de la piel. Ésta ejerce una función fotoprotectora gracia al sebo, que lubrifica la epidermis y absorbe los rayos UVB.

Si el exceso de sol ha dejado secuelas en tu piel, estos consejos te pueden ayudar.

  • Aunque el sol sea algo más débil, no salgas a tomar el sol durante las horas más intensas, de las 12 a las 16 h.
  • Puedes seguir tomando alimentos con betacaroteno, que acentúan el bronceado. Sin embargo conviene empezar a saborear los alimentos propios del otoño.

4. Haz una revisión de lunares y manchas

En esta época es especialmente importante explorar la piel en busca de lunares o manchas que hayan cambiado de forma o se hayan agrandado en estos meses.

Se debe prestar una especial atención a los pies, las palmas de las manos y el cuero cabelludo, ya que estos lugares no son tan visibles como el resto del cuerpo. Si se detecta alguna mancha o lunar diferente, se debe acudir rápidamente a un especialista que lo evalúe.