Los filósofos llevan milenios tratando de definir qué esla felicidad sin ponerse de acuerdo. ¿Es un estado del alma? ¿Un don interior? ¿Viene dada por las circunstancias externas que nos toca vivir? ¿O tiene más que ver con nuestra manera de afrontar los acontecimientos?

La felicidadpuede ser algo distinto para cada persona, pero sin dudala cultura en la que vivimos incide en nuestra concepción de ella. En este artículo veremos cómo se entiende la dicha humana desde diferentes tradiciones.

Hombre y lago

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El camino a la felicidad

"Todos nacemos con felicidad pero la perdemos a medida que sumamos cansancio vital"

Según el judaísmo, nuestro bien más preciado es un estado del que los pequeños disfrutan naturalmente, sin necesidad de estrategias para vivir de forma positiva. Nace de la pureza y de la falta de prejuicios o filtros entre nosotros y el mundo.

Los niños no necesitan motivos para estar alegres, solo para estar tristes. Dice el rabino Aron Moss: "Si un niño llora, preguntamos: ¿Qué está mal? Pero si un niño ríe y juega y baila alrededor del cuarto, no le preguntamos: ¿a qué se debe la gran celebración? ¿Por qué estás feliz?".

La felicidad es, por lo tanto, una cualidad interior con la que todos nacemos, y la vamos perdiendo a medida que sumamos cansancio vital y teorías sobre lo que necesitamos para estar satisfechos. Al crecer, nos volvemos exigentes y perdemos esa alegría infantil.

Así como no nos sorprende la facilidad de los niños para celebrar la vida, cuando vemos a un adulto con una gran sonrisa, enseguida preguntamos: "¿Qué ocurre? ¿Por qué estás tan contento?".

Necesitamos justificar la dicha, hallarle un motivo, pero como concluye Aron Moss: "La felicidad no está en un lugar ahí afuera; descansa en el interior, en aquella parte nuestra que es para siempre joven: nuestra alma."

La luz de la felicidad

Existe controversia sobre la importancia del clima en la felicidad. Por una parte se considera que las regiones cálidas del globo son más proclives a generar satisfacción personal, pero los estudios estadísticos sitúan en primer lugar a los países nórdicos con una mejor cobertura social.

¿Es tan relevante como creemos la luz solar para el estado de ánimo? Buena parte de las depresiones se agudizan en las estaciones menos luminosas, lo cual llevaría a pensar que es difícil ser feliz con inviernos largos y duros. Sin embargo, los inuits demuestran que también bajo las circunstancias externas más hostiles es posible alimentar el fuego interior.

En el libro Happiness Across Cultures, que explora la felicidad en diferentes culturas del mundo, se menciona un estudio sobre los inuits de Nunavut (Canadá). Las entrevistas realizadas a los pobladores de esta tierra helada revelaron que para ellos la felicidad reside en la familia y en el contacto amistoso con sus vecinos.

Tal vez porque están obligados a vivir de puertas adentro la mayor parte del año, el sentimiento de unión con los suyos les procura un bienestar que les permite superar el invierno más riguroso. En otras palabras: el frío exterior puede compensarse con la calidez de las relaciones en el hogar.

La sonrisa, la curva de la felicidad

En países como China, Japón o Corea es bien conocida la importancia que se da a la sonrisa, ya que es un gesto que demuestra aceptación y acogida, y genera un rápido contagio emocional.

Sobre esto, el pasado año se publicaba la noticia de un dispositivo concebido en la Universidad de Tokio para crear una "felicidad ilusoria" a través de un espejo de dos caras, una de las cuales no es un reflejo preciso de la realidad, ya que a través de una programa informático acentúa la sonrisa de quien se mira.

Según el profesor Michitaka Hirose, si los usuarios se perciben a sí mismos sonriendo, eso les procura un mejor estado de ánimo. El objetivo del experimento era aportar a la realidad virtual una dimensión emocional que ayude a modular el humor.

De la sonrisa oriental podemos aprender algo muy útil para nuestra vida diaria. La felicidad es algo más que un clima interior, es también un mensaje que se transmite a través de los gestos y del tono de nuestra voz, por lo que una actitud sonriente ante la vidagenerará a nuestro alrededor un círculo de positivismo y alegría.

De puertas adentro

En la India, pese a las diferencias que pueda haber entre el hinduismo, el islam, el budismo, el jainismo y otras tradiciones de ese inmenso país, la felicidad se considera un tesoro que solo puede ser hallado dentro de uno mismo.

Si entre nuestra mente y la realidad hay una lente oscurecida por nuestras expectativas, prejuicios e ideas preconcebidas, así será también nuestra visión del mundo.

El jesuita y psicólogo Anthony de Mello, nacido en Bombay, lo razonaba de este modo: "Para ser feliz no has de hacer nada, ni conseguir nada, sino deshacerte de falsas ideas, ilusiones y fantasías que no te dejan ver la realidad. Eso solo se consigue manteniéndose despierto y llamando a las cosas por su nombre. Tú ya eres felicidad, eres la felicidad y el amor, pero no lo ves porque estás dormido."

Si la felicidad es algo que ya poseemos, como afirmaba el rabino Aron Moss al principio de este artículo, nuestra tarea como seres humanos es desprendernos de todo aquello que entorpece nuestra visión de los dones que hemos recibido.

Para "despertar" la alegría interior, por lo tanto, es preciso pulir esta lente con la que miramos el mundo y a nosotros mismos. Con este fin, la tradición budista propone:

  • Dejar de intoxicarse con sustancias que enturbian la mente y la percepción.
  • No aferrarse a las cosas y a las personas como si fueran eternas. Aceptar que todo resulta efímero y pasajero.
  • Liberarse de la ansiedad de poseer aquello que en realidad no se necesita.
  • Meditar para purificar la mente y entender que somos uno con todo lo que nos rodea.
  • Anclarse al aquí y ahora, que es donde todo está sucediendo.

Este último punto es una piedra angular de la espiritualidad oriental. Tanto quien sigue la vía del yoga como quien se inicia en el zen buscan asentarse en el instante presente para liberarse de las rémoras del pasado y del miedo al futuro.

¿Por qué nos resulta entonces tan difícil ser felices, en este lugar y en este momento, con lo que tenemos? ¿Cuál es el fallo?

El dios Xochipilli

En la cultura azteca existe el dios Xochipilli, querepresenta el verano, las flores, el placer, el amor y los juegos. Esta divinidad es una invitación a gozar de la belleza del mundo, y los nativos le hacen ofrendas de comida y danzas rituales como expresión de la felicidad.

Ubuntu

El médico y escritor Albert Figueras define a través deltérmino ubuntu una interesante cualidad de la cultura africana. La persona que posee ubuntu se muestra abierta a los sentimientos y necesidades de los otros, tiene facilidad para cooperar y no siente como una amenaza las capacidades de los demás.

Al contrario, se sabe parte de la totalidad y encuentra su fortaleza en la pertenencia al grupo y en el bienestar de este.

Se afirma que esta perspectiva social sobre el bienestar tiene su origen en los zulús del sur de África, que cuentan con el siguiente dicho: "umuntu, nigumuntu, nagamuntu", que traducido de la lengua aborigen significa: "una persona es una persona a causa de los demás".

El hozho navajo

La tribu de los indios navajos se rige por el concepto del hozho, que es la búsqueda de la felicidad a través del cultivo de la salud, el conocimiento y la armonía. Para ello hay que encontrar en la vida diaria el equilibrio entre lo divino y lo mundano, entre el ser humano y la naturaleza.

En busca del pájaro azul

Varias culturas representan la felicidad a través de la imagen de un ave azul que anida en las montañas.

En 1934 se popularizó la canción Bluebird of happiness y seis años más tarde se estrenaba la película The Blue Bird, protagonizada entre otros por Shirley Temple. En ella, unos niños emprenden un viaje lleno de magia y aventuras para tratar de hallar el pájaro de la felicidad.

El ave azul como emblema de la alegría está presente en la tribu Cochití de Nuevo México y en los indios navajos, así como en la cultura azteca. En una primera interpretación, estas tradiciones identifican el pájaro y el color del cielo con la necesidad humana de ser libre y poseer un amplio horizonte de sueños.

La felicidad es el camino

Según el periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano, el problema es que los seres humanos somos adictos a postergar la felicidad. La diferimos hasta que suceda aquello que nos falta para sentirnos completos. Esto es, en todo caso, un seguro de infelicidad, ya que el aplazamiento puede no tener fin.

En sus propias palabras: "El tiempo no espera por nadie... así que deja de esperar hasta que adelgaces, hasta que te cases, hasta que te divorcies, hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta la primavera, el verano, el otoño o el invierno o hasta que te mueras, para decidir que no hay mejor momento que este para ser feliz... La felicidad es un trayecto, no un destino".

Si bien, como hemos visto, la dicha humana posee diferentes matices según el lugar del mundo, el denominador común de la infelicidad es aplazar el buen tiempo del corazón.

Al final, los sabios de todas las escuelas coinciden en algo: la felicidad es un producto con una muy corta fecha de caducidad. Si no la consumimos hoy, se echará a perder.