Han llegado los calores del verano, los días son largos y la naturaleza nos invita a salir del letargo, aumentando la actividad física y social en busca del contacto con el sol, el agua y la tierra.

El organismo necesita adaptarse a estos cambios y la alimentación es quizá el aliado más poderoso de que disponemos para vivir en armonía con los ciclos naturales.

Cada estación ofrece alimentos óptimos para mantener ese delicado equilibrio. Por esa razón, en verano, los frutos de la tierra son ricos en potasio, jugosos y tienen una cualidad expansiva y refrescante, lo que para la filosofía oriental se vincula con las cualidades yin.

Pero para sobrellevar el calor del verano no sólo son importantes las cualidades organolépticas de los ingredientes de la receta sino también, y de manera muy especial, la técnica de cocción que se emplea y la temperatura del plato a la hora de consumirlo.

Qué duda cabe de que un plato frío es mucho más reconfortante en esta época del año que un plato muy caliente. Comerlo así abre el apetito, proporciona sensación de ligereza y activa nuestra energía, estimulándonos y predisponiéndonos a la actividad.

Ideas de platos fríos para comer en verano

Como puede verse, la oferta de platos fríos es variadísima, sana y muy apetecible cuando el calor aprieta.

Los platos fríos permiten incluir alimentos crudos con todas sus vitaminas y jugos, pero también alimentos cocidos. Las opciones son muchas

1. Ensaladas

Sus posibilidades son casi infinitas si se combinan ingredientes crudos y cocidos.

Las ensaladas pueden constituir un plato completo que incluya hidratos de carbono, proteínas y grasas saludables.

2. Tartas y quiches

Son recetas muy prácticas. Se pueden preparar de un día para otro e incluir fácilmente en la mochila de una excursión o fiambrera. Además de apetitosas resultan muy nutritivas.

3. Bocadillos

Un clásico de las elaboraciones frías, sencillos de preparar y transportar. Pueden constituir un plato muy completo y equilibrado.

Los patés vegetales, los germinados, las semillas y las verduras de hoja como la lechuga, los berros o las espinacas les dan un buen toque a la vez que los enriquecen nutritivamente.

4. Tortillas y terrinas

Admiten infinidad de rellenos. Son ideales para un aperitivo o bufé frío y pueden incluirse en la fiambrera.

5. Áspics y gelatinas

Son preparaciones muy vistosas y elegantes y hacen las verduras más atractivas a los niños.

El alga agar-agar en copos es una alternativa a las gelatinas comerciales, elaboradas con residuos de matadero.

Se emplea una cucharada por medio litro de líquido si se quiere una consistencia de gelatina, y la mitad si se busca una consistencia más blanda, como la de un flan. Si la receta contiene ingredientes sólidos se añade más agar-agar.

6. Patés vegetales

Se toman como entremés o almuerzo ligero untados en tostadas o bocadillos.

Si se les da consistencia con un gelatinizante como el agar-agar se pueden servir bien fríos, cortados a tacos y acompañados de unas hojas verdes en ensalada.

Las legumbres, los frutos secos, los champiñones y todo tipo de hortalizas pueden servir de base para estos patés.

7. Cremas y sopas frías

En verano, cuando disminuye el apetito por efecto del calor, las cremas y sopas frías son muy útiles y reconfortantes. pues se ingieren con facilidad, refrescan y rehidratan.

Se pueden preparar con ingredientes crudos, como el popular gazpacho, o con ingredientes cocidos que después se refrigeran, como la vichyssoise.

El melón, el hinojo, o el pepino son ideales para preparar refrescantes cremas.

8. Helados y sorbetes

Son el refrigerio por excelencia del verano. Un helado artesanal, hecho en casa, puede incluir ingredientes como fruta, frutos secos, leche, yogur o miel.

Trucos y consejos del chef para tus platos fríos perfectos

Seguir estos consejos permite aprovechar al máximo las propiedades nutritivas de los ingredientes de una receta fría y resaltar su sabor.

Ingredientes que añaden frescor a los platos

Para acentuar el frescor de un plato frío, puede añadirse un poco de vinagre o especias como la cúrcuma o el curry, alimentos con cualidades "expansivas" que ayudan a dispersar el calor.

Las mejores técnicas para cocinar un plato frío

Aunque se puedan preparar recetas frías mediante una cocción previa en el horno como tartas, rellenos o terrinas, son más refrescantes las recetas que se preparan con alimentos crudos o germinados, o a lo sumo, macerados o escaldados ligeramente: estas técnicas no resecan los alimentos, respetan su textura original y deparan los sabores más variados.

La mejor forma de enfriar los platos

Cuando se tenga que refrigerar un plato, es aconsejable dejarlo enfriar a temperatura ambiente antes de introducirlo en la nevera.

Cómo se conservan mejor los platos de un día para el siguiente

Si se deja un plato de un día para otro, conviene tener presente que ingredientes como la patata o los puerros no se conservan bien una vez cocidos y pueden estropear la receta.

Cómo condimentar un plato frío

Al probar una receta destinada a servirse fría con la intención de rectificarla de sal, azúcar u otros condimentos, conviene tener presente que la percepción de algunos sabores varia sensiblemente según la temperatura del preparado.

Por lo general la intensidad de los sabores se reduce a una temperatura más fría.

Ventajas de los platos fríos

Tomar un plato frío puede tener grandes ventajas si se aprovecha para incluir ingredientes saludables en proporciones equilibradas.

Quizá la principal ventaja, desde el punto de vista de la salud, es que en muchas de estas recetas pueden emplearse ingredientes crudos, como en el caso de las ensaladas, los crudités y algunas cremas frías, lo que permite beneficiarse al máximo de sus propiedades nutritivas.

Al reducir la manipulación de estos alimentos se aprovechan mejor sus vitaminas, minerales y valiosas enzimas, que son muy sensibles a la acción del calor y del agua.

Por otra parte, al emplear vegetales crudos y fruta fresca en ensaladas, macedonias, granizados o zumos, se consigue un buen aporte de jugos naturales que ayudan a reponer los líquidos perdidos con el calor.

Otra de las ventajas de los platos fríos es que admiten múltiples aliños, que pueden elaborarse con grasas saludables no sometidas a cocción y, por tanto, sin que hayan perdido parte de sus propiedades.

Tampoco debe olvidarse la posibilidad de incluir semillas. Espolvoreándolas sobre las ensaladas o como motivo ornamental en algún postre, unas semillas de sésamo o de girasol aportan sabor, valiosos oligoelementos y grasas insaturadas, indispensables para el buen funcionamiento del organismo.

En estos platos también se pueden incluir ingredientes cocidos, lo que permite hacer combinaciones con otros alimentos frescos. Esto abre un abanico de posibilidades que no existiría si tuviera que servirse el plato caliente.

Una receta fría no siempre requiere una preparación inmediata. Puede prepararse de un día para otro y tenerla a punto en el momento en que se necesite, con el consiguiente ahorro de tiempo.

Las clásicas tortillas, tartas, croquetas o empanadas son muy prácticas para llevar al trabajo y reponer fuerzas en una excursión o en un día de pícnic. Nos podemos divertir muchísimo, se favorece la comunicación y se simplifica mucho el trabajo, debido a que se pueden preparar de antemano, apenas se ensucian cubiertos y cada cual se sirve a sí mismo.

Algunas de estas recetas pueden ser tan simples como unas rebanaditas de pan tostado untadas con paté vegetal y algunas verduras, o tan sofisticadas como unos bocados de sushi, que se pueden preparar completamente vegetarianos con encurtidos o tofu y que siempre dan un toque de distinción a la mesa.