El dolor osteoarticular es la primera causa de consulta médica de las personas de más de sesenta años y la segunda causa de atención general en los centros de atención sanitaria. Se trata, pues, de uno de los grandes problemas de salud.

Afecta especialmente a las sociedades desarrolladas por varias razones: porque la población está más envejecida, porque el estilo de vida induce a tener más problemas reumáticos y porque cada vez se soporta peor el sufrimiento físico.

Sin embargo, las enfermedades osteoarticulares degenerativas han existido siempre. Se puede comprobar en los restos de momias antiguas que tienen graves procesos artrósicos y deformidades.

No solo eso, sino que en épocas anteriores las diferentes artrosis tenían una mayor incidencia en personas más jóvenes al combinarse una nutrición insuficiente con traumas físicos importantes por fracturas o contusiones, o por defectos de crecimiento.

Causas del dolor en las articulaciones

Una de cada cinco personas padece artrosis, también llamada osteoartritis. Está ligada al envejecimiento osteoarticular y afecta a tres cuartas partes de las personas de más de 65 años.

La artrosis se caracteriza por el desgaste óseo, que se manifiesta con la presencia de espículas, nódulos o crecimientos anómalos en diversas partes de los huesos.

Por ejemplo, en las vértebras se suelen producir crecimientos laterales que afectan a las raíces nerviosas; mientras que en las articulaciones de los miembros se suele observar una reducción del cartílago interarticular junto con crecimientos óseos anormales, como las excrecencias nudosas en las articulaciones de los dedos de la mano conocidas como nódulos de Heberden.

Muchos autores han comentado que el proceso de degeneración ósea propio de la artrosis es en realidad una protección del hueso frente a las sobrecargas que ha de soportar, unida a la debilidad progresiva del tejido óseo.

Así, por ejemplo, con el paso de los años las vértebras tienden a aplanarse en sus caras de contacto y aumentar su superficie para mejorar la consistencia de la columna, aunque eso comporte muchas veces un pinzamiento de los nervios y un dolor crónico.

Existen factores que favorecen la artrosis, y quizás el principal sea la predisposición genética, contra la que poco puede hacerse.

Otros factores son la obesidad, deformidades óseas previas (por fracturas anteriores o por esfuerzos importantes sobre una articulación) y alteraciones previas del cartílago interarticular. Enfermedades endocrinas como la diabetes o una dieta incorrecta influyen asimismo en su desarrollo.

¿Cómo se produce la artrosis?

La artrosis constituye un proceso crónico, con brotes agudos o, mejor dicho, subagudos, que son las crisis típicas de dolor.

Su signo más habitual es el dolor articular y la rigidez, que se agrava con el movimiento.

Por qué se desarrolla una crisis dolorosa es un misterio, aunque la humedad, el frío o el movimiento excesivo pueden desencadenarla.

La rigidez muchas veces se debe a que no se segrega suficiente líquido sinovial para lubricar las articulaciones y hacer su movimiento más fácil.

Se produce especialmente tras un periodo de inmovilidad, como después de dormir (la rigidez matutina es muy frecuente) o de haber estado sentado un buen rato (por ejemplo, tras un viaje en coche).

En estos casos las superficies de la articulación están secas y se necesita cierto movimiento para que al final se segregue el líquido sinovial que haga desaparecer ese dolor o al menos lo alivie.

El diagnóstico de la artrosis es fácil, ya que en general se suelen encontrar signos de degeneración ósea en algunas articulaciones (rodillas, columna y cadera especialmente, por ser las articulaciones que soportan mayor carga y movilidad).

También se suele observar una disminución del espacio articular entre hueso y hueso, debido a que el cartílago interior que sirve de acolchado y protección se reduce paulatinamente y pierde su función esencial de amortiguamiento. Si se observa es que la artrosis ya está en marcha.

Esto no significa que tenga que doler en todo momento, pero sí que la persona no podrá desprenderse nunca del todo de este problema.

¿Cómo se produce la artritis reumatoide?

La artritis reumatoidea es un proceso que sufre aproximadamente un 1% de la población. A diferencia de la artrosis, que afecta más a las grandes articulaciones de carga, la artritis se da sobre todo en las pequeñas, como las de manos y pies.

En una primera fase se inflama notablemente el tejido sinovial intraarticular, que presenta inflamación, enrojecimiento e hinchazón, lo que ocasiona un engrosamiento del cartílago articular.

En una segunda fase se produce una intensa proliferación de las células articulares con emisión de enzimas.

Y en una tercera, esos líquidos segregados disuelven y desgastan el cartílago y el hueso, produciendo erosiones y anomalías que se vuelven permanentes.

La causa de la artritis reumatoide se desconoce, aunque se sabe que tiene un componente autoinmunitario, es decir, que el propio sistema de defensa del cuerpo inflama y erosiona el tejido articular.

Así como la artrosis afecta igualmente a hombres que a mujeres, la artritis reumatoidea es una enfermedad mucho más femenina, ya que por cada hombre afectado existen tres mujeres que la padecen.

Estas personas acaban teniendo las manos muy deformadas, con los dedos notablemente desviados y las articulaciones, muy engrosadas y osificadas.

¿Cómo tratar la artritis gotosa?

La artritis gotosa es consecuencia de la acumulación de ácido úrico en el organismo y por ello en las articulaciones, especialmente en las más distales o extremas del organismo, como los dedos de las manos o de los pies.

La gota o ácido úrico es un desarreglo metabólico producido por un consumo excesivo de purinas, que abundan en alimentos cárnicos y especialmente en el marisco, pero en general en toda dieta rica en proteínas (animales o vegetales).

Estas purinas se han de eliminar por la orina y, ya sea por un exceso de consumo o por un déficit de eliminación (lo más probable es que sea por ambas causas), aumentan los niveles de uratos o ácido úrico. Así se forman microcristales en el plasma que se depositan en las articulaciones pequeñas.

Su tratamiento es esencialmente dietético y consiste en una dieta pobre en proteínas y muy rica en agua y líquidos que permitan la eliminación correcta de este ácido sobrante.

¿Qué plantas ayudan contra el dolor y la inflamación de las articulaciones?

Las plantas medicinales y los suplementos dietéticos ofrecen una alternativa válida, aunque suave, en el tratamiento del dolor articular. Si se está acostumbrado a los grandes remedios antiinflamatorios es posible que no se crea que alivien lo suficiente, pero con determinados hábitos de vida y perseverancia se puede comprobar que surten efecto.

  • La raíz de harpagofito (Harpagophytum procumbens) es quizás el mejor remedio antiinflamatorio vegetal, aunque se han de tomar de tres a seis cápsulas diarias entre quince y treinta días
  • La corteza del sauce (Salix alba) es rica en salicilatos, de acción netamente antiinflamatoria. Se puede tomar en extracto o bien en decocción, hirviendo 30 gramos de corteza en un litro de agua durante media hora a fuego lento, y luego dejándolo reposar antes de filtrarlo.
  • Las hojas de grosellero negro (Ribes nigrum)estimulan la corteza suprarrenal y permiten la liberación de cortisona interna, de acción antiinflamatoria. Se usan combinadas con otras plantas como el harpagofito o el sauce, o ambos. Seis cápsulas diarias entre quince y treinta días.
  • Las cápsulas de cola de caballo (Equisetum arvense) en polvo (¡atención, no sus infusiones!) son útiles para reforzar los ligamentos y darles mayor elasticidad, por su alto contenido en ácido silícico. Se toman en dosis pequeñas en periodos prolongados.
  • Por vía externa puede ser muy útil el aceite de romero. Se prepara mezclando 25 ce de aceite esencial de romero en medio litro de alcohol, o mejor aún, llenando una botella de alcohol con hojas de romero y dejándolo macerar durante dos o tres semanas. Ejerce una acción antiinflamatoria notable.
  • También se puede hacer una cataplasma con semillas de mostaza. Se muelen 30 g y se hierven en medio litro de agua durante un rato. Luego se embebe un paño en este líquido, se escurre un poco y se aplica caliente sobre la zona dolorosa durante unos diez minutos, hasta que la piel quede algo enrojecida.
  • Las cremas con capsaicina (el principio picante del ají o guindilla) también se han demostrado útiles.

¿Los huesos duelen?

En general el tejido óseo no es doloroso o es poco doloroso, ya que posee escasas terminaciones nerviosas.

Pero el periostio o fina capa que cubre los huesos sí tiene una gran inervación, al igual que las zonas de inserción de los tendones y los tejidos colágenos de la cápsula articular.

Se podría decir que el hueso no es lo que duele, sino todo lo que hay alrededor de él.

Los términos "artrosis" y "artritis" derivan de artros, articulación, por lo que los dolores son más articulares que propiamente de hueso.

¿Por qué afectan los cambios de tiempo al dolor de las articulaciones?

Lo que afectan son los cambios de presión atmosférica, capaces de modificar el espacio de la cavidad articular. Los cambios de altitud, que también implican cambios barométricos, pueden producir asimismo crisis dolorosas.

Además, el frío también afecta negativamente a la articulación.

¿Mejora la artrosis en el embarazo?

No, más bien puede agravar los procesos articulares en la fase final, cuando el peso del niño ya es notable y comporta una alteración de la columna.

Las degeneraciones óseas no son frecuentes en las mujeres jóvenes. Tienden a padecer más alteraciones estructurales de la columna como cifosis o escoliosis, que pueden provocar compresiones nerviosas dolorosas.

Las mujeres que padecen dolores durante el embarazo son firmes candidatas a tener una artrosis quince o veinticinco años más tarde.

¿Es necesaria la medicación cuando hay artritis y artrosis?

Se hace deseable cuando el dolor es intenso pero, teniendo en cuenta que no cura nada, actúa como un parche para aliviar momentáneamente la situación.

Es importante no abusar de la medicación, porque lo que funciona una primera vez deja de ser efectivo al cabo de un tiempo de uso continuado, lo cual comporta un aumento de la dosis y mayores efectos secundarios indeseables.

El carbonato de magnesio y otras sales de magnesio resultan útiles para prevenir el exceso de contractilidad de los músculos. Una contractura muscular agrava los dolores, mientras que la relajación muscular los alivia. Se aconseja tomar magnesio en dosis de 500 mg, 2 g al día si hay dolor.

Además, las dosis moderadas de magnesio (una pastilla de 500 mg dos veces a la semana) son muy útiles para prevenir la osteoporosis y mejorar la absorción del calcio.

¿Sirve de algo tomar cartílago de tiburón?

Se ha discutido mucho sobre la eficacia del cartílago de tiburón en el tratamiento de los procesos articulares.

De hecho, este suplemento se indica principalmente como preventivo del cáncer, puesto que parece prevenir la angiogénesis o formación de nuevos vasos sanguíneos.

Pero el cartílago de tiburón, al igual que el de otros animales, es un tejido rico en nutrientes como la glucosamina, que se cree que puede contribuir a la formación de cartílago nuevo.

Como suplemento, no sirve tanto para eliminar o aliviar el dolor articulatorio como para nutrir el cuerpo y los huesos. Por ello son preferibles las dosis bajas durante periodos largos que las dosis altas en lapsos cortos de tiempo

¿Cuál es la mejor dieta para el dolor de articulaciones?

Conviene evitar:

  • el café, incluso el descafeinado,
  • las carnes rojas,
  • el vinagre,
  • el marisco,
  • el embutido,
  • el azúcar, que en exceso produce una gran osteoporosis,
  • los vegetales ácidos (tomates, espinacas, grosellas y fruta ácida en general),
  • los aditivos alimentarios y colorantes artificiales,
  • y las bebidas carbónicas.

Cualquier dieta acidificante del organismo, como por ejemplo la rica en proteínas, resulta desaconsejable porque estimula el proceso inflamatorio y la descalcificación.

Se recomiendan:

  • los aceites vírgenes vegetales de primera presión en frío,
  • el apio,
  • los caldos vegetales claros (que tienen efecto diurético),
  • el ajo (tanto crudo como cocido),
  • la cebolla,
  • los frutos secos, (aunque nunca en exceso y excepto los cacahuetes),
  • el aguacate
  • y las frutas y verduras en general (mejor si están bien maduras).

Libros para saber más sobre el dolor articular

  • Cómo curar la artritis; Theodosakis, Adderly y Fox. Ed. Urano
  • La artrosis y su solución; Ana María Lajusticia Ed. Plaza &Janés

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