El estreñimiento merece un artículo para el solo. Lo llamo el monstruo silencioso, porque es un problema silencioso y silenciado. Más que silenciado, normalizado, que aún es peor. El sistema digestivo es uno de los más castigados actualmente. Veamos a qué problemas se enfrenta el problema digestivo.

Por un lado, está la forma como comemos: con prisas, sin atención, mirando las noticias, es decir, recibiendo mensajes de alerta y estrés. Pero es que al sistema digestivo lo activa el sistema nervioso parasimpático, un sistema relacionado con el relax, la seguridad, los tiempos lentos… Ningún ser vivo come mientras está en estado de alerta. Solo el ser humano es capaz de comer mientras ve imágenes de guerras, desastres y oye mensajes de miedo e incertidumbre. Aunque creamos que las noticias no nos afectan, no es verdad. El cerebro instintivo reacciona a las señales de alerta, ya provengan del televisor o del entorno. Podemos masticar (en el mejor de los casos), pero la digestión no será la misma.

Por otro lado está lo que se come. No voy a insistir en lo obvio, pero es evidente que el valor nutricional de lo que muchas personas comen está lejos de lo que el cuerpo necesita. Aun cuando comemos alimentos frescos (frutas, verduras…), el sabor es casi un recuerdo,lo que nos indica la mala calidad del producto, porque comemos alimentos fuera de temporada, cosechados a miles de kilómetros cuando aún no estaban preparados. Por no hablar de las personas que se alimentan de comida precocinada, aderezada con conservantes, estabilizantes, emulgentes, edulcorantes… No hace falta pensar mucho para ver que el sistema digestivo tiene un problema.

Si a la dificultad digestiva le añadimos el sedentarismo, tenemos la tormenta perfecta. El movimiento del cuerpo estimula el movimiento peristáltico, la actividad propia de los intestinos. Al caminar, la pelvis y la columna vertebral (el tronco) generan un ligero y continuo movimiento de torsión. Este estímulo funciona a modo de “amasamiento” y fomenta la contracción de las paredes del intestino.

Por qué se produce el estreñimiento

A nivel conceptual, el intestino delgado absorbe los nutrientes y el intestino grueso absorbe el agua. Si el bolo alimenticio pasa mucho tiempo en el intestino grueso, las heces empiezan a edurecerse, a deshidratarse. Cuanto más duras están las heces, mayor es la dificultad defecatoria. Estreñimiento.

Por un lado tenemos una comida de calidad dudosa y un sistema digestivo que está en alerta cuando debería digerir relajadamente. Por el otro tenemos unos intestinos poco móviles porque nuestro cuerpo está más quieto que activo. Vamos a complicarle un poco más la vida al sistema digestivo: la postura defecatoria

El cuerpo humano está diseñado para ir de vientre en cuclillas. Un día decidimos sentarnos cómodamente en un WC, es decir, en una silla con agujero. Fue una decisión desafortunada y unilateral. Nadie le preguntó al cuerpo si quería defecar sentado. Puede, pero con problemas.

La parte final del intestino grueso, el recto, no baja vertical hasta el ano. Un haz muscular del suelo pélvico (el puborectal) rodea al recto en forma de “U”. Si este músculo se tensa, esta “abrazadera” natural desplaza al intestino y le genera un ángulo más o menos cerrado. Este ángulo puede dificultar mucho la expulsión y es lo que ocurre cuando nos sentamos.

Que este ángulo esté más o menos abierto depende de la posición de las piernas. Cuando las rodillas están por encima de la cadera (estilo cuclillas), el ángulo se abre, el recto se verticaliza y la expulsión es fácil y natural. Cuando estamos sentadas en el WC, en el mejor de los casos las rodillas están al mismo nivel que la cadera. De esta forma el ángulo se cierra y la expulsión es difícil.

Entiendo que actualmente la mayoría de las personas no está cómoda sentada en cuclillas, de hecho, muchas personas no pueden aguantarse en esta posición. Y no es viable pedir que el cuerpo se relaje para ir de vientre mientras hacemos equilibrios para no caer.

Un taburete para ir de vientre

La opción casera y sencilla es usar un taburete. Tan simple y tan efectivo como eso. Cualquier taburete. Yo tengo uno plegable, de plástico, todoterreno. Simplemente me lo pongo debajo los pies y todo cambia. Cambia el ángulo de mi intestino, cambia la posición de mi espalda, cambia mi forma de reclutar fuerzas. Ir de vientre con o sin taburete es un antes y un después. Es algo que hay que vivir para sentir la enorme diferencia que comporta.

Hablando con personas de mi entorno, he observado que hay mucha gente que no conoce el truco del taburete y que cuando tienen problemas para expulsar, ponen los pies de punta, como haciendo puntillas. Me lo han comentado varias personas. Me parece impresionante cómo el cuerpo sabe perfectamente lo que necesita. El cuerpo sabe que necesita levantar más las piernas y ponerse de puntillas es el recurso directo, aunque insuficiente.

La consecuencia de tanto desatino en el sistema digestivo es el mal funcionamiento, evidentemente. Diarreas y estreñimiento. A las diarreas las tenemos más en cuenta, porque vemos que algo no va bien y consultamos con el médico si se prolongan durante días. En cambio, con el estreñimiento esto no es así. Lo hemos normalizado, por desgracia.

Cuando llevamos días sin ir de vientre tomamos un laxante, como si fuesen vitaminas, sin darle más importancia que a la molestia puntual. Tenemos que recordar que las heces son material de desecho, con muchas toxinas. Acumular toxinas y basura dentro del cuerpo es insano y una mala idea. A menudo el estreñimiento está relacionado con el dolor de cabeza y la sensación de embotamiento, síntomas de estar sometidos a toxicidad.

Comer buena comida en estado de relajación, movernos todo lo que podamos y defecar como el cuerpo desea son las estrategias básica para eliminar el estreñimiento de nuestra vida.