Las emociones se manifiestan en el cuerpo. El lenguaje corporal expresa lo que sentimos, como cuando te sudan las manos porque tienes miedo o cuando agachas la cabeza porque estás preocupado. Pero también se puede influir en las emociones y regularlas a través de movimientos específicos. 

Así lo explica Vanessa Guerra, experta en comunicación no verbal y autora del libro El lenguaje corporal de las emociones (editorial RBA). 

la tristeza es una emoción natural y reprimirla te perjudica

La tristeza es probablemente la emoción que más rechazamos, no queremos sentirla ni que la sufran las personas que nos rodean. Sin embargo, es ineludible y reprimirla una y otra vez nos conduce a estados de tensión y mayor sufrimiento. Además, la sociedad nos empuja a no mostrarla, nos obliga a vivirla en soledad, aunque no compartir el dolor lo empeora. 

Para experimentar la tristeza de una manera saludable, lo primero es no creerse el prejuicio según el cual se trata de una "emoción negativa". No es así, dice Vanessa Guerra, "es una emoción básica y la necesitamos para nuestra propia supervivencia". Es una reacción natural a determinadas situaciones.

En lugar de reprimirla, podemos cambiar cómo nos relacionamos con ella. Podemos dejar que se manifieste a través del cuerpo. Podemos llorar y recogernos. Podemos hacerlo con la confianza de que superaremos la situación y de que, incluso, saldremos renovados. 

Vanessa Guerra propone en su libro cuatro ejercicios prácticos para conectar con la tristeza y adquirir herramientas para regularla. 

Ejercicio 1: Abre las partes más sensibles a la tristeza 

  • Túmbate boca arriba en una esterilla o colchón con un cojín bajo los omoplatos. Intenta colocarte de modo que la cabeza se apoye en el suelo o en un cojín pequeño si sientes mucha tensión en el cuello. Puedes colocar los brazos detrás de la cabeza y dejar las piernas estiradas y relajadas.
  • Trata de relajarte lo máximo posible en esta postura y concéntrate en tu respiración. Trata de sentir las costillas abriéndose y cerrándose con cada ciclo respiratorio.
  • Puedes hacer diez respiraciones centrando tu respiración en el tórax y otras diez centrándolas en el abdomen, sintiendo como sube y baja con cada respiración.
  • Por último, haz diez últimas respiraciones completas sintiéndolas en las dos zonas. Después, incorpórate suavemente y haz lo mismo, pero tumbado boca abajo.

Ejercicio 2: mueve libremente el cuerpo

  • Puedes ponerte una música que te ayude a dejar salir la emoción o sonidos de la naturaleza que puedan inspirarte. Puedes quemar incienso, reducir la iluminación y ponerte ropa cómoda.
  • La idea es que dejes que tu cuerpo fluya y se mueva al son de la música. Comienza a mover despacio el cuerpo desde los pies a la cabeza. Muévete rápido o lento según sientas el impulso. Haz movimientos cortos o amplios. Permite que la emoción se exprese través del movimiento.

Ejercicio 3: ¿Dónde sientes la tristeza?

Para esta práctica puedes estar sentado o tumbado. El ejercicio consiste en llevar a cabo una visualización para detectar e identificar en qué partes de tu cuerpo sientes la tristeza, cuándo aparece y cómo puedes regularla de una manera sencilla.

  • Haz esta práctica con los ojos cerrados y en una habitación en la que puedas sentirte tranquilo y a gusto.
  • Realiza algunas respiraciones para conectar con tu cuerpo y con el momento presente.
  • Si estás pasando por un momento triste, trabaja con esa sensación que ya está en tu cuerpo y pregúntate: ¿dónde siento la tristeza?
  • Si no estás pasando por ningun momento de tristeza, busca en tu memoria un recuerdo que te genere esa emoción y obsérvalo con detalle. Después detecta en qué partes del cuerpo comienzas a tener sensaciones.
  • Intenta sentir con el mayor detalle posible y pregúntete: ¿qué textura tiene cada sensación?, ¿qué color?, ¿qué densidad?
  • Luego pregúntate qué mensaje hay detrás de esta emoción, de qué quiere informarte. En este momento pueden venir a tu mente personas, imágenes, frases o palabras relacionadas con las preguntas que acabas de hacerte.
  • Puedes decirlo en voz alta para ver si eso te alivia y mover el cuerpo según las necesidades que empieces sentir: abrázate, llora, tócate la cara, mécete o masajéate con las manos esa parte del cuerpo hasta sentir alivio. 
  • Una vez hayas permitido que la emoción se exprese, observa si te sientes más aliviado o si sientes emociones más placenteras o menos angustiosas. Date tiempo para ir abriendo los ojos.

Ejercicio 4: Escribe tus penas y tus alegrías

Encuentra un espacio en el que te sientas cómodo, que te transmita serenidad y te ayude en este proceso de escritura. Pon música, quema incienso, tómate una infusión o haz lo que necesites para sentirte a gusto.

  • Escribe una carta con todo lo que te entristece. Intenta no corregirte mientras escribes, permite que la emoción vaya saliendo a través de la escritura sin interrumpirte con juicios. Vuelva todo el malestar hasta que te sientas más aliviado.
  • Guarda esa carta o esas páginas y ahora escribe sobre todo lo que te hace sentirte bien y feliz, todas las cosas grandes y pequeñas que te generen placer, alegría, bienestar y paz. Intenta ponerlas todas sin dejarte nada, por pequeño que sea: en los pequeños detalles están las mayores riquezas.
  • Cuando hayas terminado observa cómo te sientes , si tu estado de ánimo ha cambiado, si tu emoción se ha modificado y qué sientes ahora.

Por otra parte, además de estos cuatro ejercicios, te ayudarán a regular la tristeza actividades y prácticas que promueven la conciencia corporal como el chi kung, el taichí, el yoga, los masajes y automasajes, la meditación, escribir un diario personal, escuchar música melancólica, dar paseos por la naturaleza, o hablar con confidentes con los que puedes compartir momentos difíciles.

En el libro de Vansessa Guerra se pueden encontrar más consejos para regular la tristeza y otras emociones, como la ira, el miedo o la alegría.