Además del amor romántico, hay un Amor con mayúsculas que debería impregnar toda nuestra cotidianeidad, expone Stephen Gilligan, doctor en Psicología por la Universidad de Stanford.

Tras más de treinta años dedicado a la psicoterapia, Gilligan propone que el amor es terapéutico y diariamente en su consulta enseña a las personas que el amor aporta bienestar y puede ser parte de su cura, como un pilar de la salud más.

Hay muchas maneras de conectar con el amor en tu día a día. En este vídeo te contamos cómo:

El amor nutre desde el inicio de la vida

Desde las primeras etapas de la vida el amor juega un papel fundamental en el desarrollo, especialmente del cerebro. El bebé precisa de un apego seguro, de caricias, de atención a sus demandas, para un neurodesarrollo saludable.

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Amor, la esencia de la felicidad

La falta de afectividad perjudica al desarrollo físico, inmunológico y emocional, y deja una huella que acompaña a lo largo de la vida. Se constata que el amor cuida y la falta de amor enferma.

Es tan importante el amor para el desarrollo y la supervivencia que la naturaleza se ha encargado de crear mecanismos para que la madre se enamore de su hijo y ponga toda su energía en su desarrollo y supervivencia. El baile de hormonas que se producen en el embarazo tiene en parte esta gran misión.

El amor cambia el cerebro

La neurocientífica Susana Carmona es pionera en investigar cómo el embarazo transforma el cerebro de las madres. Sus estudios muestran cómo se producen cambios en el sistema mesolímbico-dopaminérgico encargado del placer, la motivación y el refuerzo, y cómo el embarazo es un periodo de neuroplasticidad único en la vida adulta, similar al que ocurre durante la adolescencia, que deja una huella en el cerebro humano que persiste de por vida, a nivel hormonal e inmunológico.

Los estudios en personas enamoradas también muestran que el amor cambia la arquitectura del cerebro: a través de resonancias magnéticas se ha podido ver cómo las estructuras del sistema límbico, implicado en las emociones y el comportamiento, aumentan de tamaño y de función de forma significativa.

También cambia la corteza cerebral prefrontal implicada en la regulación emocional, la amígdala y el núcleo accumbens, que está en relación con la dicha y con el placer.

Explica la neurocientífica Nazareth Castellanos que la práctica de la meditación en el amor y la compasión es uno de los hábitos que más puede favorecer la neuroplasticidad neuronal.

La neuroplasticidad neuronal nos permite tener mayor capacidad de adaptación a diferentes situaciones emocionales, con mejor resiliencia y mayor bienestar y felicidad.

Primero, el amor por uno mismo

La verdadera salud tiene que ver con la confianza y la responsabilidad hacia uno mismo, con la voluntad de tomar las riendas de la propia vida y responder de las decisiones, expone el médico y psicoterapeuta alemán Rüdiger Dahlke.

Aceptarse y abrazarse a uno mismo, entero, incluso aquellas partes de nosotros que podamos esconder o rechazar, es un paso para el autocuidado. Practicar la autoaceptación y la autocompasión nos permite enfrentar los desafíos de la vida con resiliencia y optimismo.

Además, el amor propio promueve hábitos saludables, como una alimentación equilibrada y la actividad física regular, que son cruciales para mantener una buena salud.

De la misma forma que no podemos transmitir alegría si esta no vibra en nuestro interior, es difícil amar de forma auténtica (pensando en el bien del otro sin buscar nada a cambio), si antes no hemos aprendido a amarnos a nosotros mismos, dice la psicoterapeuta Silvia Díez. Sentir que merecemos amor nos abre a construir y caminar para vivir una vida más sana y plena.

Cómo influye el amor en la salud

El doctor Mario Alonso Puig cuenta hasta qué punto emociones como la desesperanza, la soledad, la sensación de impotencia afectan a la salud y son un motivo de entre el 60-90% de las consultas a medicina general.

Las respuestas del cuerpo ante determinadas emociones nos hacen sentir mal, producen cambios hormonales en nuestro organismo y nos enferman. Uno de los primeros sistemas en verse afectado es el inmunológico: las defensas dependen del estado emocional de la persona. Cuando se estudian células como las NK (natural killer) o los macrófagos que actúan en acciones de defensa, se ven alteradas.

Solo con la presencia de alguien a nuestro lado ya cambia la situación interna. Por ejemplo, ante un infarto, tener una persona al lado que te quiere reduce las citoquinas inflamatorias, el riesgo de infección del sistema inmune y alivia el proceso.

Una evidencia más de que el amor tiene efecto curativo a nivel físico y emocional.

La ciencia también muestra cómo el amor influye en la salud con las hormonas como protagonistas, con múltiples beneficios. Estos serían los más destacados:

  • Menos estrés. El estrés crónico, tan común hoy en día, está detrás de muchos síntomas y problemas de salud: alteraciones del sueño, digestivas y cardiovasculares, presión alta, cardiovasculares, inflamación... El amor es un gran antídoto contra el estrés. De hecho, cuando producimos oxitocina –la hormona del amor–, no se produce cortisol –la hormona del estrés.
  • Más alegría. El amor provoca cambios en la producción de hormonas en el cerebro como la dopamina y la norepinefrina, lo que conduce a mayores sentimientos de alegría y placer.
  • Cuida la salud mental. Los vínculos afectivos, cuando aportan y nutren, actúan como pura medicina. Disfrutar de los amigos, la familia o la pareja, reduce y aleja la tristeza, la ansiedad y la depresión. Sentirnos acompañados a través de la escucha activa ayuda a llevar mejor las preocupaciones, las adversidades de la vida, a afrontar una enfermedad o una pérdida.
  • Corazón más sano. La oxitocina también cuida del corazón actuando sobre los procesos que generan inflamación en las arterias y el músculo cardíaco; incluso es capaz de activar mecanismos de reparación en un cultivo experimental de células miocárdicas generando nuevas células contráctiles, según un estudio de la Universidad de Michigan. Además, al regular el cortisol, contribuye a alejar las enfermedades cardiovasculares.
  • Defensas en forma. El sistema inmunológico se ve reforzado con el amor. Un estudio publicado en la revista Psychoneuroendocrinology analiza cómo afecta enamorarse en la regulación genética del sistema inmunológico. Los resultados muestran que hay una regulación positiva de los genes de respuesta al interferón tipo I, con efectos antivirales e inmunorreguladores, en las personas que están enamoradas.
  • Mejora la autoestima. El amor más puro empieza por uno mismo. La autoestima hace que nos cuidemos mejor, comamos más equilibrado, hagamos ejercicio, cuidemos el sueño, nos demos espacio para meditar y relajarnos.
  • Rejuvenece y alarga la vida. La nobel Elizabeth Blackburn demostró que el amor cura también a nivel genético. En un experimento puso en contacto madres que tenían hijos con problemas de conducta graves y madres abandonadas; propició que se conocieran, se sintieran escuchadas valoradas, queridas. Analizó sus telómeros –la parte terminal de los cromosomas–, y comprobó que en unos meses habían aumentado de longitud, lo que indica más longevidad.

Claves para conectar con el amor

Estas estrategias te ayudarán a cultivar y conectar con el amor: 

  • Meditar: Conectar con uno mismo, en el presente, permite cultivar el amor, la compasión, la gratitud. Dedica un espacio cada día y conviértelo en un hábito. Cuando ponemos el foco en el presente nos sentimos más tranquilos, más estables y más felices.
  • Diario de gratitud: Anotar cada día todo aquello por lo que nos sentimos agradecidos es una forma de enfocarnos en lo mucho que nos llega y nos nutre en positivo. Dedica 5 minutos al día, como hábito de autocuidado y de autoamor. Los estudios indican que beneficia la salud física, mental y espiritual.
  • Reforzar vínculos: Es un imprescindible cultivar los vínculos, regarlos, abonarlos. En el día a día, a menudo, se dejan esos encuentros para más adelante, priorizando otras cuestiones que no solo no nutren, sino que roban energía, y el centrarnos en cuidarnos y cuidar de los nuestros.
  • Abrazar y abrazarnos: Necesitamos 4 abrazos al día para sobrevivir. Necesitamos 8 abrazos al día para mantenimiento. Necesitamos 12 abrazos al día para crecer, prescribió Virginia Satir, autora y psicoterapeuta estadounidense.
  • Amar la naturaleza: La biofilia nos habla del amor por la naturaleza, por lo natural. Darse un baño de bosque, pasear por entornos urbanos verdes, rodearse de naturaleza en casa, es una forma de beneficiarse del poder restaurador de salud física y mental de la biofilia.